Rosendo: faena histórica

Todos nos merecemos un homenaje de vez en cuando. Pero es de todos sabido que Rosendo no es nada amigo del autobombo gratuito. Desde los tiempos de Leño, el veterano músico de Carabanchel se ha obligado a publicar nuevas canciones cada dos años para volver a salir de gira. Aun así, en sus cuatro décadas de carrera, han sido muchos los reconocimientos a su obra –y también a su persona–; sirvan como ejemplo aquel disco tributo llamado “Agradecidos” de 1997 y las eclécticas revisiones de temas de Leño de “Bajo La Corteza” (2010). Por todo ello, a algunos les sorprendió el anuncio de su concierto en Las Ventas. Sin duda, un más que merecido homenaje en vida a uno de los músicos más influyentes del rock español, justo cuando acaba de cumplir los 60 años de edad. Pero lo singular de esta cita hizo que hubiera una expectación similar a la de un concierto de despedida o de reunión, cuando hace apenas dos semanas Rosendo actuó en las fiestas de un pueblo de la periferia de Madrid y la entrada de aquella actuación fue gratuita... Así, 17.000 seguidores llegados desde todos los puntos del país abarrotaron el coso madrileño, que colgó el cartel de “no hay billetes” semanas atrás.

Con estos mimbres, la cosa prometía: un marco incomparable, grabación del concierto para su posterior edición y una lista de invitados sin parangón, encabezada por un telonero inédito: Rodrigo Mercado, el talentoso vástago del principal protagonista de la noche. Sin embargo, el de Carabanchel fue fiel a sí mismo y a su actual repertorio, y reivindicó algunas de sus composiciones más recientes. De hecho, las canciones que entonaron Kutxi Romero de Marea y Enrique Villareal “El Drogas” fueron dos de los grandes himnos (porque ya lo son) de su último trabajo: la revolucionaria “Muela La Muela” y la titular –y no menos incendiaria– “Vergüenza Torera”. Como anécdota, cabe recordar que el ex cantante de Barricada repitió la primera estrofa de dicho tema, olvidando versos tan explícitos como aquel que llegaba a decir “¡qué mierda de país!”…

Pero en un concierto de la talla de éste hay momentos para todo. De hecho, uno de los instantes más emotivos de la noche vino de la mano de “A Remar”, otra de las grandes canciones de “Vergüenza Torera”, que fue interpretada por el propio Rodrigo Mercado, acompañado por un cuarteto de cuerda. De hecho, es curioso, pero los minutos más conmovedores del concierto –como todos los de Rosendo, eminentemente eléctrico– los protagonizó otro instrumento acústico; la guitarra española con la que el de Carabanchel interpretó “Se Acabó”, aquella coda instrumental del homónimo debut de Leño, que esta vez sonó mientras una de las tres pantallas del sobrio escenario mostraba imágenes de los dos bajistas de la legendaria banda madrileña: Chiqui Mariscal, que perdió la vida en 2008, y Tony Urbano, que nos dejó hace apenas un mes.

Mención aparte merece también la aparición estelar de Luz Casal, que con una llamativa melena de color azul se dejó el alma en una más que emocionante versión del mítico “Entre Las Cejas” de Leño. No obstante, las canciones más coreadas por el respetable fueron dos clasicazos del cancionero de Rosendo como solista: “Flojos De Pantalón”, que además contó con la voz y con un inusual solo de guitarra de Fito Cabrales; y “Agradecido”, un tema que llevó a su terreno e improvisó a capela Miguel Ríos, como muestra de admiración y de cariño al que es su amigo desde hace décadas.

Y tras el último invitado de la noche, y con una fina lluvia empezando a hacer acto de presencia, Rosendo dio la puntilla con “Sorprendente”, “Pan De Higo”, “Loco Por Incordiar” o con “Majete”, además de con el himno oficioso de nuestro rock, “Maneras De Vivir” que fue entonado junto al resto de actores de una velada histórica. Rosendo, emocionado, se despidió con un sincero “no os olvidaré”; algo que tampoco harán los miles de seguidores que el padre del rock urbano se ha ganado tras una carrera labrada a base de trabajo y honestidad. Y ojo, porque Rosendo sigue en haciendo grandes canciones, sin salirse ni un ápice de la fórmula por la que apostó hace ya cuarenta y tantos años, y además parece que ahora sí se deja querer... ¡¡Querámoslo!!

Texto: Raúl Carnicero
Foto: Archivo