Cinco rockeros que cambiaron el deporte profesional por la música

Todos ellos fueron amantes del deporte profesional pero su historia iba a ser escrita con tinta de Rock and Roll 

 

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Rock y deporte es una mezcla que puede resultar muy atractiva pero difícil de compaginar. Las noches de juerga con los estrictos entrenamientos no suelen ser buena mezcla. Aquí te traigo a cinco rockeros que, aunque siguen vinculados de una forma u otra al deporte, lo cierto es que eligieron la música antes que el deporte de manera profesional. 

  Bruce Dickinson vocalista de Iron Maiden no ha ocultado nunca su pasión por el deporte y más concretamente por la esgrima. En su biografía “Para qué sirve este botón” relata cómo esa disciplina fue capaz de alejarle de los malos hábitos. Se le daba bastante bien, llegó incluso a competir de manera profesional en varios torneos y estuvo entre los 10 mejores de Gran Bretaña pero finalmente, y por suerte para los amantes del Rock, dejó el florete por el micro y se convirtió en uno de los grandes vocalistas de la historia, eso sí, continúa practicándola incluso con la banda en plena gira

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Lars Ulrich, batería de Metallica y fundador lleva en su ADN el deporte profesional. Su padre, Torben Ulrich fue un tenista profesional e incluso compitió en grandes torneos como Wimbledon o Roland Garros. Desde pequeño, Lars acompañaba a su padre en todas las competiciones y así comenzó su amor por ese deporte. Se le daba bastante bien, (hay quien dice que mejor que la batería) y llegó a estar entre las 10 mejores promesas de Dinamarca. Pero su padre no solo le transmitió su amor por el tenis, también lo hizo por la música. Queen, Led Zeppelin Hendrix fueron la banda sonora de la infancia de Lars, hasta que un buen día su padre le llevó a su primer concierto, año 1973 y la banda, los mismísimos Deep Purple. Ese día supo que lo suyo sería la música: Lars cambió las raquetas por las baquetas.

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Otro de esos “deportistas que prefirieron el Rock and Roll” lo encontramos en Sir Rod Stewart. En plena adolescencia Stewart probó suerte en las categorías inferiores del Brenford FC. Al parecer su talento con el balón no se podía equiparar al que le salía por la garganta y prefirió colgar las botas casi antes de estrenarlas. Según él mismo confesó años después, prefirió la música al fútbol porque se podía emborrachar.

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Y en el territorio nacional tenemos dos ejemplos de rockeros que cambiaron el deporte por la música.

Loquillo con apenas 15 años ya medía 1.88 metros y era un apasionado del baloncesto. lLegó a jugar en el Cotonificio de Badalona, a las órdenes del mísimisimo  Aíto García Renese como entrenador. ¿Sabías que su mote le viene del baloncesto? Sus compañeros del colegio Alpe de Barcelona le llamaban 'Pájaro' porque llevaba una 'chupa' de cuero con 'El Pájaro Loco, y como él mismo contó en una entrevista : “En un Campeonato de España de escolares salté para coger un pase de Epi, pero me lanzó la pelota a tal velocidad que acabé empotrado en la valla de protección. Se acercó y me dijo: "Ya no eres el pájaro loco", ahora pareces un loquillo". Y lo que decía Epi iba a misa. Me empezaron a llamar así y lo que parecía casi una humillación se ha convertido en una marca". Pero, ¿por qué cambió la cancha por los escenarios?: "Me ofrecieron ir al Mataró para foguearme en Segunda, pero yo ya había montado mi primera banda de rock, iba con chupas de cuero, un día aparecí con los ojos pintados y no lo entendieron. Me dijeron: Por ahí se sale". De todas maneras Loquillo sigue muy vinculado al deporte que le enseñó “a respetarse y a respetar”

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Y por último, otro batería, Jesús María Hernández Gil más conocido como Txus di Fellatio, fundador de Mägo de Oz. Con ocho años comenzó a jugar en el Real Madrid de fútbol sala como portero. Una operación de ambos codos le hizo alejarse de la competición profesional  y además ya había formado la banda Transilvania, predecesora de lo que más tarde fue Mägo de Oz. El gusanillo del Rock and Roll le había entrado de lleno.

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