¿Conoces la historia del Woodstock olvidado?

Repasamos la celebración de “Woodstock '89”

Tiempo de lectura: 2’

Las cosas pueden cambiar mucho en 20 años, incluido en el mundo de la música. A medida que los 80 se terminaban, el espíritu de los años 60, de los hippies, del cambio social, de la paz y el amor, ya habían sido olvidados desde hacía bastantes años. Fue en 1989 cuando la gente comenzó a acordarse de aquel festival que un día había cambiado el mundo, pero que había resultado irrepetible. Fue precisamente por eso por lo que nadie se iba a atrever a intentar repetir aquel evento.

“Nadie que yo conozca de los que estuvieron en el festival quiere celebrarlo de ninguna manera significativa”, decía un periodista del The New York Times. “Tengo la sensación de que si alguien quiere celebrar son los músicos, los medios y, para bien o para mal, para todos aquellos que tienen una pila de camisetas con el logo de Woodstock en ellas”. 

Lo cierto es que los planes para celebrar los 20 años de festival eran pocos o ninguno, pero el 15 de agosto de 1989, unas 1500 personas decidieron ir hasta el lugar donde el festival original tuvo lugar, así como los medios de comunicación para tomar imágenes de la efeméride. Después, se marcharon, ignorantes de lo que estaba a punto de suceder. 

Sin publicidad ni promoción de ningún tipo, Rich Pell, músico de folk americano, había conseguido permisos para realizar varios conciertos en la localización original del festival. Además, había conseguido implementar los servicios básicos para el lugar. El plan era, simplemente, volver a celebrar Woodstock de la manera más humilde posible, pero manteniendo su espíritu original. Eran las 17:07 de la tarde cuando el primer concierto comenzó, justo al igual que 20 años antes, cuando Richie Havens inauguraba el festival. Las cámaras ya no estaban pero, para sorpresa de Pell, cientos de personas se habían quedado para escuchar los conciertos. Los números no hicieron más que aumentar, se dice que para la jornada del miércoles había 7000 personas y que, para la del viernes, más de 30.000 almas habían pasado por el lugar. 

La nostalgia se unió con la sorpresa y arrastró a miles de personas al improvisado evento. No había precio de entrada, los servicios estaban provistos por voluntarios y los equipos de sonidos por bandas locales. No se cobró ni el parking y no se puso a la venta ningún tipo de mercancía. 

¿Qué ocurrió en el festival? Pues un eclipse lunar con gritos de los presentes al astro y versión del “Call Down the Moon” incluidos, la aparición del padre de Jimi Hexdix, un concierto de Melanie Safka y Savoy Brown. Aparecieron una gran cantidad de bandas locales con ganas de actuar y que ni siquiera habían sido programadas para el evento. Todo fue improvisado, espontáneo, colaborativo y gratuito. El espíritu hippie había vuelto más que nunca. 

Aunque nunca se sabrán los datos oficiales de asistencia, hay quien estima que más de 150.000 personas pasaron por allí. También se dice que en el monumento que hacía las veces de libro de firmas en Woodstock, más de 50.000 rubricas fueron añadidas. Lo cierto es que Pell intentó repetir la hazaña en años posteriores pero, tal y como sucedió con el primer Woodstock, lo que pasó aquel verano fue irrepetible y nunca más volvería a suceder. 

RockFM