La contracrónica de The Rolling Stones en Madrid: como un gol en el '90

Ver a The Rolling Stones en el Wanda, después de todo lo vivido, sabe un poco a milagro
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“Esto es para contárselo a tus nietos”, me dijo mi padre cuando le llamé para decirle que iba a ver a The Rolling Stones en el Wanda Metropolitano. Tenía razón.

Pedí hacer esta contracrónica porque quería contar mi historia, dar mi punto de vista, de lo que es ver a The Rolling Stones teniendo 26 años. Una parte de mí, al entrar al estadio, sentía que no le tocaba, que Mick Jagger, Keith Richards y compañía eran una leyenda de la que, precisamente, solo podría oír hablar de labios de aquellos que habían podido vivir en su tiempo. Verles en directo, para mí, es casi como un gol en el '90 y tiene un cierto sabor a milagro.

Y es que parece que los Stones son inmortales por más que sepamos que esta ha podido ser la última vez. ¿Cómo puede Mick Jagger bailar con más intensidad que yo a sus 78 años? Me daban ganas de bajar al escenario y pedirle que, por nosotros, intentara seguir una década más. Pero todo tiene una fecha de caducidad en esta vida, y eso también incluye a nuestros queridos ingleses. Esta podría haber sido la última vez que nos visitaban.

Me decía un compañero, después del concierto, que sentía, al escucharles, que estaba presenciando algo casi "antinatural" básicamente por tiempo y por edad. Coincido con él. No me tocaba verles y lo he hecho. No son pocas las leyendas a las que no he podido ver a raíz de mi “corta” edad. Led Zeppelin, Queen con Freddie, los Black Sabbath originales... ¡The Beatles! No cabe duda de que, si Jagger y los suyos no fueran la excepción a la regla, tampoco les podría haber disfrutado como lo hice la pasada noche. Quizás por eso, cada segundo del concierto de anoche fue algo que paladeé hasta la extenuación.

Si te puedo ser sincero, querido lector, creo que lo más mágico de todo fue, precisamente, cómo la música nos unió en un espacio en el que dejó de existir el tiempo. Cuando me quise dar cuenta, estaba disfrutando de un show increíble, no solo con mis compañeros de RockFM, sino también con unos cuantos amigos que se nos unieron. Gloria, Inma, Yuste, Gema, Rafa... creo que si algo prueba lo bueno que es un concierto, más allá de los aspectos técnicos, es la magia de unir a las personas. Sobre todo con la que ha caído... y con la que está cayendo. El Wanda vibraba al unísono, pero no solo nuestras voces estaban en sintonía, también nuestras almas.

Si me pudiera quedar con un momento de toda la noche, y hubo varios inolvidables, fue con el privilegio de poder cantar “You Can't Always Get What You Want”, uno de los himnos que más me ha marcado, casi como si fuera un mantra. Si me permites contarte un pequeño secreto, en la redacción de esta radio, tenemos un cartel, enorme, en el que precisamente está la letra de la canción con una fotografía de sus satánicas majestades. Da la casualidad de que mi sitio está, precisamente, orientado al mismo. No sabes la cantidad de veces que me he sentado, mirándolo, pensando en que, quizás, nunca la escucharía en directo, por mucho que lo deseara.

Mick, por una vez e, irónicamente, gracias a ti, el mensaje de tu canción no ha sido válido. Esta vez sí que he tenido lo que querido, incluso aunque quizás no me tocase. También lo que necesitaba.

RockFM