Crónica de Guns N' Roses en Madrid: sería largo, pero no fue un concierto más

Los californianos aterrizaron en el Civitas Metropolitano dispuestos a tocar hasta no poder más
  • Xavi Torrent
IG: @livenationes

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Mucho se lleva diciendo que los conciertos de Guns N' Roses son tremendamente largos y, en el caso de su show en Madrid el pasado 9 de junio, ese fue el caso, para alegría de los que disfrutan de este formato y desgracia de aquellos que se oponen a él. Sus tres horas y medio de concierto, eso sí, tuvieron algo para todo el mundo: desde “el café para los más cafeteros” como los hits que todo el mundo adora.



La banda, un día conocida por su impuntualidad, lleva años ganándose otra fama totalmente opuesta. Saliendo al escenario con apenas un par de minutos de retraso, Axl Rose y los suyos no pararían apenas durante su kilométrico concierto. Un potente comienzo con “It's So Easy” hacía vibrar a un Metropolitano que, una vez más, mostró sus carencias a nivel acústico desde según qué lugares. A fin de cuentas, es un estadio de fútbol, no un recinto de conciertos y eso se nota mucho... muchísimo.

Sea como fuere, cualquier fan “hardcore” de la banda celebraría la llegada de canciones como “Bad Obsession”, la segunda de la noche, que ha vuelto a esta gira después de no haber sido tocada desde 1993, a la cual le seguirían “Chinese Democracy” y “Slither”, tema de Velvet Revolver. Resulta curioso ver, tan seguidos, dos reflejos del tiempo que Axl Rose y Slash pasaron por separado antes de volver a aunar fuerzas.

El show continuaría con un repertorio similar al de los dos shows, en Abu Dhabi y Tel Aviv, que la banda ya llevaba a sus espaldas.

Se sucederían el hit “Welcome to the Jungle”, “Pretty Tied Up”, “Reckless Life”, “Double Talkin' Jive”, las “nuevas” “Hard Skool” y“Absurd” o las versiones “Live and Let Die” (Wings) y “Wichita Lineman” (Jimmy Webb), antes de llegar a “You Could Be Mine” y “Estranged”, otros dos de los puntos fuertes de la noche. Un poco de todo para todos. Y es que es cierto que un grupo con tantos éxitos a sus espaldas sólo puede recurrir a una fórmula como esta para mandar a todo el mundo con una sonrisa a casa y, al mismo tiempo, poder ofrecer un producto más variado y apto para oídos inquietos en cada una de sus giras.



No se habían acabado las versiones, porque la banda tocó también “Down on the Farm”, de UK Subs, y “T.V. Eye” de The Stooges (esta última, como viene ya siendo costumbre, con Duff McKagan a la voz) con “Rocket Queen” y una recién rescatada “Anything Goes”, que hasta esta gira no habían tocado desde 1988. Una vez más, mientras el fan más casual pudo aburrirse, los que más conocieran el repertorio de los de Axl, a buen seguro, no dejaban de sorprenderse.

Pero este concierto no era uno más, y Guns N' Roses lo sabían. Por eso, quizás, el grupo desempolvó, acto seguido, “There Was a Time” por primera vez en esta gira. El tema del 'Chinese Democracy' no sonaba desde 2017 en los directos de la banda. A continuación sonó “Don't Cry”, otra de esas canciones que hicieron que el estadio temblase.

Tras 21 temas, cualquier otra banda cogería los bártulos y se iría al hotel, pero no Guns N' Roses, que aún tenía mucho que desgranar sobre las tablas del Metropolitano. Debutaba en esta gira “Shadow of Your Love” seguida de un “Civil War” en el que una pantalla con la bandera de Ucrania nos recordaba, una vez más, los convulsos tiempos que nos ha tocado vivir.

Y después, un solo de Slash. Acertado aunque kilométrico, quizás para algunos hasta pesado, este punteo anunciaba algo para cualquiera que supiese escuchar o que ya hubiera visto antes de Guns N' Roses: lo siguiente en sonar seria “Sweet Child O' Mine”, la votada como mejor canción de la banda por los oyentes de RockFM. El estadio vibró aquí más que en todo el resto del concierto y no es para menos.

Le seguía otra de esas canciones que todo el mundo ama: “November Rain”, una verdadera gozada la escuches como la escuches. Una gran forma de seguir con la fiesta y de conducir al concierto, poco a poco, hacia su final. Después, Guns nos regalaba “This I Love”, una de esas joyas del 'Chinese Democracy' que puede pasar inadvertida ante tal tsunami de canciones, pero que es una verdadera obra de arte.

Todavía quedaban sorpresas pendientes y, por eso, debutó en la gira “Locomotive”, para culminar después la banda con “Knockin' On Heaven's Door”, original de Bob Dylan, y “Nightrain”. Y eso podría haber sido todo si Axl, Slash, Duff y compañía no hubieran decidido volver con varios temas más para los bises.

“Yesterdays”, con un pequeño guiño al “People Get Ready” de The Impressions, comenzaba una recta final que seguiría con “Patience”. La culminación no podía ser otra que “Paradise City”, una canción con la que Guns N' Roses tiene la buena costumbre de cerrar sus conciertos.

Si te gustan o no los conciertos tan largos y cómo te sonara la banda es algo que depende de cada uno. Lo que sí te puedo decir, sin ninguna duda, es que los californianos salieron al escenario con ganas de sorprender, de jugar, de pasarlo bien. Guns N' Roses no son una banda que te ofrezca el mismo repertorio de cuatro hits durante una gira entera sólo para “pasar por caja”; intentan que cada uno de sus shows sea diferente y eso es algo a agradecer.





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