Loquillo y la Rock and Roll actitud: un hombre que trasciende a su tiempo

Reflexionamos sobre la pasta de la que están hechas las leyendas 

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No hace mucho tiempo, al calor de un café en compañía de mi hermano, un enamorado del rock and roll, discutíamos sobre qué era lo que hacía realmente a un rockero, en qué momento la pose se confundía con la realidad, si la actitud sobre el escenario tenía que ser la misma que debajo de él... 

Lo cierto es que costaba ponerse de acuerdo con tantos matices sobre la mesa. Al final sólo coincidimos en una cosa, y es que, tras ponerme un vídeo de Loquillo saliendo al escenario en el Músicos en la Naturaleza de Gredos, no podíamos estar más de acuerdo en que el frontman destila rock and roll por los cuatro costados. La seguridad y la energía que muestra en sus primeros pasos nada más entrar al escenario ya le hacían tener al público en la mano antes de comenzar a cantar, ni siquiera, la primera nota. 

Y es que Loquillo es eso, puro rock and roll dentro y fuera del escenario. La elegancia y la rebeldía se juntan en una sola persona dejándote un sabor de boca que oscina entre la admiración y la envidia. Y es que, en un mundo en el que todo caduca casi al instante, en el que parecemos deshechar las cosas tan solo minutos después de tenerlas, ansiosos de más, parece que el Loco ha dado con la clave para estar por encima de todo eso. 

Te guste o no el artista de El Clot, su interpretación de temas como “Cadillac Solitario”, compuesta magistralmente por Sabino Méndez para el álbum 'A por ellos, que son pocos y cobardes' de 1983, sigue y seguirá emocionando a las generaciones pasadas, presentes y futuras. ¿Por qué? Porque poca gente puede coger una canción y transmitir de la manera en la que lo hace Loquillo, cogiendo esas emociónes universales que todos hemos sentido -la soledad, el desamor, la nostalgia- y llevándotelas a lo más adentro, haciéndolas sentir tuyas y desgarrándote el alma. A día de hoy, habrá millones de artistas, de todos los géneros y estilos, cantándole al desamor. Y, te voy a ser sincero, me da igual cuantos veinteañeros con una base de reggaeton o una guitarra acústica, auto-tune en mano, hagan baladas sobre una ruptura, porque eso lo puede hacer cualquiera. El truco, lo difícil, está en transmitir, en hacerte sentir, como lo hace Loquillo: dejándote la piel de gallina. Y si no, te dejo aquí mi interpretación favorita del artista, en 2005. No hacen falta más palabras, es innegable que aquí le salió una intepretación de esas que marcan la historia de la música. 

La cuestión es que lo de Loquillo no es una pose, es real y eso se nota. Vivimos en un tiempo de lo impostado, de aparentar y esa tencendia ha llegado a contagiárseles incluso a los rockeros de hoy en día. Y no hablo, que los hay, de chavales que se mueven por el underground jugando a ser poetas malditos, torturados o hijos de otra época pese a, en realidad, no serlo. Aquellos, esperemos, encontrarán algún día su propia personalidad y su manera, no menos válida, de mantener el rock and roll vivo en esta, nuestra nueva realidad. Lo cierto es que, a día de hoy, las nuevas bandas de rock que gozan de amplio éxito viven más del marketing, de interpretar personajes que no tienen nada que ver ellos mismos, que de contar su propia historia, la de verdad. El Loco te puede gustar -o puede que no- pero nunca te va a dejar indiferente y no necesita marcarse ningún teatrillo para hacer eso. 

Sea como fuere, sigo sin saber lo que hace de un rockero un estandarte de la Rock and Roll actitud. Quizás haya un montón de elementos, una combinación mágica con la que naces, imposible de impostar y cuta fórmula desconozco. Lo mismo, al leer estas líneas, estarás pensando que no tengo ni idea de lo que hablo. Puede que sea así. Solo sé una cosa a ciencia cierta: pocas, muy pocas veces, un rockero me ha provocado lo mismo que Loquillo cuando pisa un escenario. Y es que, al final, todo se reduce a eso, a un escalofrío, una emoción, una sensación eléctrica e inexplicable que te invade y que te hace darte cuenta de que el rock es eterno. 

No me queda otra cosa que decir que lo siguiente: felicidades, Loco, y gracias por todos estos años de rock and roll.   

RockFM