Patti Smith en Noches del Botánico: la predicadora eléctrica rugió más alto que nunca

Uno de los eventos más esperados del ciclo más importante de la Capital
  • Víctor Moreno

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Asistir a un concierto en sala pequeña tiene mucho encanto, por la cercanía con los artistas, la intensidad del sonido y el ambiente de hermandad que se genera, verlo en recintos grandes también tiene lo suyo, además, con los nuevos desarrollos acústicos e inimaginables servicios, se convierte en toda una gran experiencia, pero ¿¡¡Imaginas poder asistir a un concierto con el ambiente de una pequeña sala, los servicios de un gran recinto y (ahora viene lo mejor) en un Jardín Botánico!!? Pues sí, esto es es el siguiente nivel y el ciclo Noches del Botánico así lo demuestra. Para su quinto aniversario, el ciclo primaveral por excelencia de Madrid se viste de gala aumentando los espacios dedicados al esparcimiento y la oferta en las zonas de restauración y servicios. Ayer fue el turno de la inigualable Patti Smith y, si bien es cierto que el eco de sus últimos directazos en Pedralbes o Azkena Rock era muy fuerte, la bestia parda de Patti lo constató en Madrid ofreciendo una de los mejores shows que se le recuerdan en la capital.

Patti Smith en Noches del Botánico: la predicadora eléctrica rugió más alto que nunca

Víctor Moreno


Desde el comienzo con los últimos rayos del atardecer hasta el enérgico final ya en noche cerrada, tanto las especies del botánico como los allí congregados, presenciamos un recital eléctrico cargado de energía, actitud punk y poesía de la de verdad.

Sobre el repertorio, destacar momentos como las empastadas armonías vocales de “Dancing Barefoot”, la primera sesión preacher del show con un espectacular poema de Allen Ginsberg titulado "Footnote to Howl", punto que de partida para el crescendo recitador con "Don´t Say Nothing", sin duda uno de los temas de su setlist que más se presta a ello. Le siguió un "Free Money" que, aunque no pudimos disfrutar en condiciones por un fallo en P.A, transmitió una intensidad brutal y ya (con P.A recuperada) le siguió la canción que la misma Patti quiso presentar de manera especial como “...una canción para la vida...” y que se trataba ni más ni menos que la monumental “Beneath the Southern Cross”. A partir de aquí el carrusel de emociones no paró de crecer; presentación de la banda (en la que militan sus hijos Jackson y Jesse), un par de versiones ("Helter Skelter" en honor a McCartney y “I Wanna Be Your Dog") en las que Patti aprovechó para animar, bailar y saludar desde el escenario. A partir de aquí llegaron los grandes clásicos y todo el botánico se transformó en una fiesta de humanidad y energía cantando al unísono “Because the Night”, la sui generis versión de “Gloria” y, cómo no, u más que necesario “People Have The Power”.

Patti Smith en Noches del Botánico: la predicadora eléctrica rugió más alto que nunca

Víctor Moreno


Antes de concluir la crónica quería recoger las sensaciones de mi compañero Rodrigo Garcinuño: 'No creo que, hoy en día, se pueda ver algo tan enérgico y, a la vez, tan sentido. Patti Smith sigue demostrando que su música traspasa todas las fronteras conocidas; esta mujer se pone a recitar la etiqueta de un champú y me seguiría poniendo los pelos de punta. Durante más de medio concierto estuve en trance, además, la banda estuvo sublime; podría quedarme a vivir dentro de un show de Patti.' Y esto es así, anoche, durante algo más de hora y media y a través de la presencia y la vitriólica voz de Patti Smith pudimos pasear por las calles del Nueva York setentero, intercambiar impresiones con Dylan o Gainbourg o desafiar a los Them más salvajes, pero lo más importante fue cómo nos recordó que lo más importante, tanto en la vida como en el arte, es cómo la fuerza de cada uno se ve multiplicada cuando se transforma en sentimiento colectivo".

Patti Smith en Noches del Botánico: la predicadora eléctrica rugió más alto que nunca

Víctor Moreno


Y esto es así, anoche, durante algo más de hora y media y a través de la presencia y la vitriólica voz de Patti Smith pudimos pasear por las calles del Nueva York setentero, intercambiar impresiones con Dylan o Ginsberg o desafiar a los Them más salvajes, pero lo más importante fue cómo nos recordó que lo más importante, tanto en la vida como en el arte, es cómo la fuerza de cada uno se ve multiplicada cuando se transforma en sentimiento colectivo.

Gracias por tanto, perdón por tan poco Patti.



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