Record Store Life: la vida a la caza de discos

El eterno conflicto del streaming contra el formato físico 

 

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La primera vez que mi madre me llevó a aquella enorme pirámide acristalada del centro de Valencia que ponía “DISCOS” no me lo podía creer, mi cabeza no asimilaba que ese enorme edificio estuviera lleno de discos, pero así fue. Pasé más de dos horas embobado viendo los títulos de los que oía hablar a diario en la radio y a los que, por vez primera, podía poner no sólo cara si no también tacto y olor. En ese mismo instante me di cuenta de que me habría quedado la vida entera allí, en aquella pirámide y entregado por completo al dios de la mú-sica.

Algunos nos tacharán de antiguos, pero no queremos que las nuevas generacio-nes crezcan pensando que las tiendas de discos son solo un .com o un streaming, queremos que sepan que, antes, había personas de carne y hueso tras los mos-tradores (los buscadores de hoy día), incluso, si les caías bien, te recomendaban algo relacionado con lo que andabas buscando (los links). Personas con una opinión real y no una etiqueta (tags), gente que manejaba una sabiduría pro-funda y no una base de datos en excell ni un algoritmo, pero sobretodo, gente con una gran experiencia, algo que, a día de hoy, ha sido incapaz de recrear artificialmente la “red de redes”.

Comprar un disco es volverte loco, pero es entrar en una locura de las que gusta, es disponer de tres o cuatro horas, un buen capital y comenzar a disfrutar sa-boreando portadas, olores y las miradas de reojo por si te quitan el disco que has escondido en la sección “gospel” para ir al banco a sacar el dinero que te falta para comprártelo. Es arriesgarte a adquirir un ejemplar sólo porque te has enamorado de la portada o incluso porque temes que algún colega se lo compre antes que tú. Es retener la desesperación de meses aguardando la llegada de ese disco de importación que te falta para completar la discografía de “Los Pi-chiwinis”.

Poco a poco y casi sin darnos cuenta, los que amamos y seguimos consumiendo material original hemos asistido a una reducción significativa de las tiendas de discos y eso nos da muchísima pena, no queremos que desaparezcan, nos hemos pasado miles de horas husmeando entre sus estantes buscando joyas: ediciones especiales, ediciones japonesas, rumanas, ediciones numeradas, antiguos vini-los, compilaciones, cajas y mil cosas más...El ritmo de cierre lleva una velocidad vertiginosa, es imparable, pero siempre los hay que sobreviven y, desde luego, gracias a iniciativas como el Record Store Day y el repunte en la venta de vinilos estoy seguro que se qudarán entre nosotros para toda la vida. Que así sea.

RockFM