'Fear of the Dark' de Iron Maiden: el último gran coletazo del heavy metal en tiempos de grunge
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En la música, al igual que en la vida, todo lo que triunfa, lo que sube, acaba, finalmente, por caer. En la década de los '90, el turno fue del heavy metal más clásico. Aunque no podemos olvidarnos de que grandes salidas como el 'Black Album' de Metallica tuvieron lugar a principios de la década, lo cierto es que bandas como Nirvana, con su rompedor sonido grunge, pusieron en jaque a los grandes grupos del heavy metal clásico, tan de moda hasta el momento. En el caso de Iron Maiden, y más concretamente de 'Fear of the Dark', la banda consiguió darle la vuelta a la más adversa de las situaciones, al menos brevemente.
En 1990, Iron Maiden se había enfrentado a su primera gran pérdida tras sacar 'No Prayer for the Dying', álbum que no consiguió el mayor de los éxitos comerciales ni haber dejado temas que hayan continuado en el setlist de la banda a lo largo de los años. Además, el grupo se acababa de enfrentar a la salida de Adrian Smith del conjunto. El guitarrista estaba descontento, el cansancio después de tantos años girando se comenzaba a acumular y, la gota que colmó el vaso, la dirección artística en el redondo no le había convencido en absoluto. Este podría haber sido el preludio de la disolución de la banda pero, por suerte, Steve Harris tenía otros planes.
El elegido para reemplazar a Smith fue el veterano Janick Gers (debutando en el álbum de 1990), que se convertiría en uno de los miembros permanentes del grupo incluso al regreso del anterior guitarrista al conjunto diez años después. Sin embargo, pese a haber conseguido llenar la vacante, Iron Maiden tenía otro problema, la recepción de su nuevo disco había sido mala, pese a la incorporación del nuevo guitarrista.
A Steve Harris le tocaba ponerse las pilas y sacar un disco que consiguiera subir el nivel de la banda una vez más. ¿Lo consiguió? A nivel comercial sin duda, logrando que Maiden volviera a ser número uno en ventas en su Inglaterra natal. Temas como "Be Quick or Be Dead", que abre el disco o la geniel "Afraid to Shoot Strangers" se posicionaron rápidamente como canciones muy superiores a las del anterior álbum. Aunque, como en todo, para gustos hay colores, la banda consiguió publicar un disco que, pese a no estar a la altura de clásicos como 'Piece of Mind' o 'The Number of the Beast', tenía canciones destinadas a pasar, sin ningún complejo, a la historia de la banda.
La gira, de cara al público, fue brutal. Iron Maiden regresaba con un buen álbum bajo el brazo y llenaba recintos noche sí y noche también. ¿Cómo se podía afirmar que el heavy metal estaba de capa caída cuando tenían a los ingleses triunfando de esta forma? Sin embargo, de puertas hacia dentro, las cosas se estaban torciendo. Los roces entre Bruce Dickinson y Steve Harris durante el tour cada vez eran más constantes. Posteriormente, ambos se atacaron el uno al otro alegando diversos motivos, el bajista decía que el vocalista no se estaba esforzando, el cantante, por su parte, estaba harto del ego de Harris y no encontraba las fuerzas para salir al escenario y dar el 100% cada noche. En 1993, una vez terminado el tour, Dickinson abandonó la banda.