Metallica vs Napster: el día que Lars Ulrich se convirtió en el enemigo público número uno

En el año 2000, Metallica emprendió una de sus batallas legales más despiadadas 

 

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13 de abril del años 2000, Metallica es una de las bandas de rock más grandes de todo el mundo. El conjunto ya está reconocido como un grupo histórico. Sin embargo, su carrera está a punto de dar un giro inesperado por la agresiva batalla que están a punto de librar contra Napster, una web que permitía compartir archivos. 

Todo comenzó en junio del año 1999, cuando Shawn Fanning, un joven que acababa de dejar la universidad, se unía a Sean Parker, un hacker adolescente, comienzan a trabajar juntos en Napster, sitio web que permitía "buscar archivos y hablar entre personas para construir comunidades dedicadas a diferentes tipos de música". 

Eran tiempos de cambio, Internet comenzaba a desarrollarse con cada vez más velocidad y, sobre todo en las universidades, la web se convirtió en el sitio idóneo para descargarse canciones. Era sencillo buscarlas y encontrarlas, solo hacía falta teclear el nombre de la banda o de la canción y darle al botón de descargar. La web funcionaba genial, pero como recipiente de donde descargarse canciones de manera gratuita y no demasiado legal. 

La industria musical no estaba contenta y buscó una manera de contratacar. En diciembre de 1999, la Recording Industry Association of America demandó a Napster. Sus motivos eran que la web "estaba facilitanto la piratería y tratando de construir un negocio a las espaldas de artistas y propietarios de copyright". Algunos ejectutivos llegaron a decir que el sitio era "la web más insidiosa que habían visto nunca". En definitiva, tenían un cabreo mayúsculo y no pensaban pasar por alto la situación. 

Aquí es donde entra Metallica. Un buen día, los de San Francisco descubrieron que una versión incompleta del tema "I Disappear" que había comenzado a sonar, sin permiso, en varias radios, se había filtrado a través de Napster. "Me llamaron a nuestra oficina al día siguiente y me dijeron que el audio había salido de Napster", recordaba Lars Ulrich en 2013. No solo era eso, sino que todo el catálogo de Metallica se podía descargar gratis en la web. El pequeño batería estaba rojo de ira, le hervía la sangre como nunca antes lo había hecho. Su reacción fue simple: "Si ellos jodían con nosotros, nosotros les íbamos a joder a ellos".

Metallica presentó una demanda, no solo contra Napster, sino también contra varias universidades americanas que habían puesto sus medios para que algunos de sus estudiantes accediera a la web. ¿De qué se les acusaba? De vulnerar el derecho de autor, uso ilegítimo de un interfaz de audio y de violar la RICO, una ley sobre organizaciones y corrupción. En resumen, el "paquete" que se podía llevar Napster era gordo, muy gordo. ¿Qué pedía Metallica? 100.000 dólares por cada violación del copyright, esto es, muchísimos millones de dólares, los suficientes para dejar a los dueños de la web sin blanca (y probablemente también sin casa y sin vida). Entonces, Ulrich explicó, a través de la Rolling Stone, el motivo de su decisión: "Con cada proyecto, vivimos un duro proceso creativo para conseguir crear la música que sentimos que representa a Metallica en cada momento de nuestras vidas. Nos tomamos nuestras creaciones -la música, las letras, las fotos y el trabajo artístico- muy en serio, como lo hacen casi todos los artistas. Por eso nos pone enfermos saber que nuestra música se esté vendiendo como una comodidad en lugar de como el arte que es".

"Desde un punto de vista de negocios, esto va sobre la piratería, de que nos han quitado algo que nos petenece", explicó. "Eso es moral y legalmente incorrecto. Repartir esa información, ya sea música, vídeos, fotos o lo que sea, es, en efecto, traficar con bienes robados", siguió. 

Napser, por su parte, no iba a permitir que se les atacara de esta manera y preparó sus defensas contra Metallica y contra otra demanda del rapero Dr. Dre que habían recibido semanas después. Algunas universidades, por su parte, bloquearon el acceso a la web y se libraron de la demanda, otras, las más importantes, como Hardvard o el MIT, no permitieron que el acoso de los músicos les obligara a negar el acceso libre a Internet de sus estudiantes. No fueron pocos, tampoco, los músicos que se pusieron de parte de Napster, bandas como Public Enemy, Limp Bizkit o The Offspring creían en la libre distribución de la música antes que en el puro negocio. 

Metallica, y más concretamente Ulrich, no paró con su estrategia de acoso y derribo, comenzando con anuncios ofensivos y degradantes pero yendo mucho, mucho más lejos. La banda consiguió más de 335.000 nombres de usuarios de las personas que habían, en teoría, descargado su música ilegalmente y pidió a Napster que les bloqueara. Los fans se volvieron locos de furia. Aquella demanda ya no parecía un asunto de negocios, se había convertido en un acto de codicia y, lo peor de todo, en un ataque personal contra los fans de Metallica. "Algunos artistas están en esto por el arte de la música, otros por el dinero", decía Wayne Chang, el encargado de los boletines online para la comunidad de Napster. "Metallica acaba de demostrar el lado en el que están". 

La venganza de los fans estaba a punto de comenzar. La compañía de música online August Nelson creó una página web llamada PayLars.com, que permitía a los fans "donar un dólar por cada canción de Metallica publicada" para "compensar por todo el dinero que ha perdido la banda con el intercambio de los mp3 online". De repente, comenzaron a surgir vídeos que se reían de la banda y se llegaron a crear camisetas contra la banda en las que se podía leer "Metallicodicia" que llevaron los miembros de Mötley Crüe

Fue precisamente Nikki Sixx el que decidió atacar a Metallica ante la situación: "Los cerdos se engordan y después se matan y creo que están tratando a los fans como tales", dijo a la MTV. "Ganan suficiente dinero con sus camisetas, conciertos y demás. No creo este se un comportamiento aceptable de un artista para con sus fans. Elektra y el managemente de Metallica están lavándole el cerebro a los chicos en Metallica y están jodiendo a sus fans. Creo que eso es muy jodido". La contestación del representante de Metallica, Gayle Fine, también fue bastante fina: "Si Mötley Crüe está en un lado y nosotros en el otro, te puedo garantizar que estamos en el lado correcto". 

Al final, en 2001, Napster llegó a un acuerdo con Metallica. Ulrich, en aquel momento, se tranquilizó: "Creo que hemos resuelto el asunto de una manera que funciona para los fans, los artistas y los compositores", dijo. "Nuestra pelea no ha sido por el concepto de compartir música, todo el mundo sabe que nunca nos ha molestado que nuestros fans intercambien cintas de nuestros conciertos. El problema que tuvimos con Napster es que nunca nos preguntaron a nosotros ni a otros artistas si queríamos ser parte de su negocio. Creo que este acuerdo creará la protección a los músicos que necesitábamos de la compañía". 

Fanning, el co-fundador de Napster, también se mostró conciliador: "Estamos deseando ganarnos el respeto y el apoyo de Metallica trabajando para convertir a Napster en una herramienta que sirva para responder a las necesidades de los artistas para transmitir su arte y los deseos de los amantes de la música de todo el mundo". 

En efecto, Napster iba a cambiar su modelo de negocio. Los mp3 ya no se iban a poder compartir libremente y, sin embargo, algunos artistas podrían sacar su música a través de la plataforma. En 2001, se descativó su servicio. Aunque prometieron que iba a volver y Metallica se mostró predispuesta a compartir parte de su música cuando la empresa asegurara el pago a los compositores, aquel día nunca llegó. Napster se declaró en bancarrota en 2002. 

Con el tiempo, Ulrich se arrepintió de su comportamiento: "Me gustaría haber estado mejor preparado para la tormenta de mierda en la que nos metimos", reconocía en 2014. "No me arrepiento de haber atacado a Napster, pero me parece extraño que, para mucha gente, aquello se haya convertido en nuestro legado, porque, para mí, es una nota a pie de página", siguió. 

"Me descolocó mucho que la gente pesara que era un tema de dinero", reconoció. "La gente hablaba de codicia todo el rato, lo cual era absurdo. El tema era, al completo, sobre una cosa y solo una cosa, control. No sobre Internet, no sobre dinero, no sobre compartir archivos, no sobre regalar mierda o no, sino sobre de quién era la decisión. Si quiero regalar mis cosas las regalaré, pero aquella decisión me fue arrebatada"

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