El terrible bulo del sándwich y la muerte de Cass Elliot: uno de los episodios más oscuros del rock

Los ataques de personas malintencionadas sobre su peso no pararon de perseguirla hasta después de morir

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Cass Elliot, también conocida como Mama Cass, falleció en julio de 1974 con tan solo 32 años y toda una exitosa carrera musical por delante. Su contribución tanto cultural como contracultural en la historia de la música de Estados Unidos fue indudable y, sin embargo, todavía hubo gente que no paró de meterse con ella hasta después de fallecer.

Nacida en septiembre de 1941, Cass comenzó a sufrir sobrepeso con tan solo siete años, pero nunca mostró debilidad o inseguridades sobre su cuerpo a lo largo de su vida. Siempre amable y dispuesta, su entrada a Mamas and the Papas también fue difícil, dado que el co-fundador de la banda, John Phillips, no la quiso aceptar, en un primer momento, por su peso. Sin embargo, a fuerza de cantar y de tirar de su portentosa voz, Phillips no tuvo otro remedio que aceptarla.

Sin embargo, en 1974, toda aquella etapa había quedado ya atrás. Cuando, en 1968, comenzó su carrera en solitario, la banda dejó de tener éxito y su disco de 1971, el cual tuvieron que grabar por obligación contractual, fue el único del conjunto que no tuvo éxito. Sin embargo, no todo fue un camino de rosas para la cantante, que comenzó su etapa en solitario con una residencia -varios conciertos seguidos en un mismo lugar- en Las Vegas, solo para que fuera cancelada a los dos shows. Todo apunta a que una fiebre le hizo perder su voz en los días anteriores a los shows, en parte motivada por los intentos de la artista por perder peso rápidamente presionada por una sociedad superflua y cruel.



Esto no significó el final, ya que siguió sacando canciones con bastante éxito, saliendo en televisión y sus conciertos se llenaban constantemente. A base de trabajo duro, Cass Elliot lo estaba logrando. Todo culminó con una actuación en el prestigioso Palladium de Londres, lugar en el que daría un espectacular concierto el 27 de julio de 1974. Sin embargo, a la vocalista le quedaban menos de 24 horas de vida.

La noche del 28 de julio, los movimientos de Elliot no terminaron de estar claros, más allá de la seguridad de que estuvo en una fiesta que organizó Mick Jagger, donde no bebió mucho y se marchó pronto. Se fue sola y no se sabe si acudió a algún sitio más antes de volver al apartamento donde se alojaba. Nunca ha estado claro, tampoco, en qué momento murió. Fue su secretaria, Dot McLeod, la que la encontró muerta en su habitación.

Sin embargo, la parte más cruel de la historia fue la siguiente. Surgió un rumor de que la cantante había muerto atragantada con medio sandwich de jamón. Incluso estando muerta, había personas crueles que se metían con su peso. Obviamente esto era mentira, Elliot murió de un ataque al corazón.

El bulo surgió tras entontrarse el médico que la atendió en primera instancia el sándwich a medio comer. Lo más probable es que el ataque al corazón de Elliot surgiera por las brutales dietas a las que se estaba sometiendo por la presión de un mundo que no era capaz de aceptar a una artista con sobrepeso.

La vocalista mostró, en días previos a su muerte, síntomas de estar enferma, incluyendo vómitos resultantes, una vez más de su estricta dieta. La artista, incluso, llegó a cancelar una aparición televisiva tras sufrir un desmayo antes de actuar. Cuando, a finales de los '60, Elliot comenzó a hacer una dieta que incluía no comer casi nada durante cuatro días a la semana, sería el momento en el que la cantante podría haberse causado un daño permanente que fue el que, en última instancia, acabaría con su vida.

Nunca hubo ningún sándwich, pero sí que hubo presión de mucha gente cruel que, por no aceptar a una persona tal y como era, acabaron, indirectamente, provocándole la muerte.



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