LIBROS DEL ROCK

La otra vida de “un fan de la música” llamado Slash

Debajo de la icónica chistera del guitarrista de Guns N’ Roses, hay un tipo honesto que se desnudó emocionalmente en su homónima autobiografía.

 

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Locutor RockFM

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“Un médico me había instalado un desfibrilador en el corazón a los treinta y cinco. Quince años de drogadicción y de excesos con la bebida habían hinchado el órgano de tal manera que le faltaba poco para reventar. Cuando finalmente me hospitalizaron, me dijeron que me quedaban entre seis días y seis semanas de vida. Han pasado seis años desde entonces y este aparatito me ha salvado la vida en no pocas ocasiones”.

Así arranca la autobiografía de Slash, escrita al alimón con el periodista Anthony Bozza, colaborador de la revista Rolling StoneSaul Hudson (nombre real del guitarrista) nació en el barrio artístico de Hampstead; dentro de Candem. Su madre era diseñadora y su padre, portadista de discos. Hasta los cinco años, Slash vivió entre Hampstead y Stoke On Trent (Staffordshire). La mala relación con su padre propició que el pequeño Saul quisiera vivir con su madre en Los Ángeles, a pesar de que ella abandonó a la familia para probar suerte como diseñadora de moda en su país de origen: Estados Unidos.

Esta decisión marcó sin duda la vida de Slash, ya que se crio en uno de los epicentros culturales del mundo justo en plena eclosión del rock de los setenta. Eso sí, antes de que la música fuese el centro de su existencia, la pasión del futuro guitarrista era el bicicrós. Y antes de descubrir una guitarra escondida en el armario de su abuela, el joven Saul descubrió las drogas y sobre eso habla mucho en el libro. Pero hay más.

Slash, el quiosquero
Cuando comenzaron los primeros ensayos de lo que después sería Guns N’ Roses, el músico de la chistera trabajaba en un quiosco de prensa en el barrio de Fairfax, casi pegando a Melrose Avenue. En ese momento, Slash tenía una relación disfuncional con una novia llamada Yvonne, que le dejó en la calle cuando (según el guitarrista) acabó hartándose de él. Fue entonces cuando la encargada de su quiosco le dejó “refugiarse” en su salón, a cambió de la mitad del alquiler. En su libro, Slash deja clarísimo que sólo tuvo una amistad con su jefa, ya que –aunque era “atractiva”– siempre pensó que ella era un poco mayor para él y él un poco joven para ella; universitaria de noche y quiosquera de día, hasta que Slash heredó su cargo.  

Working class guitar-hero
En su libro, el icónico guitarrista asegura que Duff McKagan y él tenían “mentalidad de músico de clase obrera” y no les parecía bien no tener trabajo hasta que el grupo les permitiese dedicarse exclusivamente a la música. Así, mientras el bajista trabajaba como un teleoperador “moralmente sospechoso”, Slash acabó en una fábrica de relojes, después de que su casera le pillara fornicando borracho en el suelo del salón y después de que su nuevo jefe le despidiera por abrir tarde al quiosco.

Slash, el extra de cine
Frente al guitarra solista y al bajista de Guns N’ Roses, estaban su cantante y batería, que según su compañero en el grupo, “hacían lo que fuera con tal de no trabajar (…) en la calle o gracias a sus novias”. Aun así, el guitarrista cuenta que en una ocasión trabajó con Axl Rose. Fue en la película ‘Touch And Go’ de Michael Keaton y en la misma, Axl y Slash aparecen en el L.A. Sports Arena, ya que su protagonista era jugador de hockey. La cosa es que a Slash le gustó trabajar en la industria de Hollywood, aunque fuese como extra. Y quizá por eso se llevó a sus cuatro compañeros hasta el rodaje de ‘Sid y Nancy’, aunque sólo él lo acabó…

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