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El Francotirarock y un vasco cabreado en el tren
Es emocionante el mundo de hacer transbordo de trenes. Es como una aventura interdimensional en la que, de repente, te conviertes en un explorador urbano. Y sí, tienes que andar mucho, a veces más de lo que te gustaría. A Clavero le pasó esto en un viaje a Valladolid desde Chamartín. “Bajamos al andén y había un tren al que todo el mundo se dirigía y ahí había un amable trabajador de Renfe que gritaba: ¡Ehhh, para la izquierda!!”, recuerda el cómico.
El operario estaba indicando que se tenían que cambiar a otro tren. “Todos vimos un tren al fondo y dedujimos que sería el nuestro el siguiente… Y seguimos caminando pero sin saber muy bien, ¡No estábamos yendo al otro tren, estábamos huyendo del mastín cabreado!”, asegura Álex Clavero.
El problema es que había que andar mucho hacia el otro tren. “Serían… 300 metros, yo mido muy mal, ¡Yo bebí agua tres veces!¡A Rajoy se le subió un gemelo!¡Yo cuando llegué al asiento me dieron la compostelana!”, explica el Francotirarock.