Bob Dylan: el camino correcto

La revolución se llamaba Bob Dylan y, con ‘Highway 61 Revisited’, demostró que el paso del folk al rock solo dejó cosas positivas.

 

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Digamos que lo que Bob Dylan vivió en 1965 fue lo más parecido al acoso de prensa rosa más desagradable, a los escraches mundanos que inundan las noticias de los últimos días… fue una presión nunca conocida en el ámbito de la música; sus fieles seguidores se tornaron en energúmenos inquisidores que necesitaban decir a su ídolo que iba por el mal camino, que ¿qué era eso de pasarse al rock sin su permiso? Pues resulta que el folk no lo era todo, que Bob estaba cansado de que su guitarra sonara a protesta y su voz a melancolía popular; quería una banda detrás que arropase su música y diese sentido a su poesía con la fuerza de los amplificadores, la sutileza de los teclados y la contundencia de la batería.

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Así, firmó en ese año, primero ‘Bringing It All Back Home’ y ‘Highway 61 Revisited’, sufriendo entre medias una de las más extrañas protestas que se han dado en un festival, al menos hasta la fecha; fue en el Festival de Newport, tenía a medias la grabación del disco y quería presentar algunas de sus pistas, pero no dejaron que culminara la acción, los abucheos iban in crescendo por encima de lo electrificado de su set, por lo que tuvo que parar y cantar sus éxitos folk con el fin de satisfacer las voces en contra. Claudicó, sí, pero el coste fue como la convulsión de un gusano que está rompiendo la crisálida que le convertirá en algo enormemente atractivo y singular.

Más allá de los puristas decepcionados se encontraba un ejército de acólitos que nunca más volverían a decir al jefe cómo hacer su trabajo, porque con él disfrutaban. Es curioso que, hasta entonces, las canciones de Dylan no tenían en sus propias producciones el reconocimiento que sí gozaban las versiones que otras bandas como The Byrds, Johnny Cash, Cher o Turtles hacían de sus canciones; pero llegó “Like A Rolling Stone” y lo cambió todo, comenzó el agradecimiento que merecía su yo poético y musical. Gracias a este tema, Bob recuperó las ganas de dedicarse a la música que había perdido tras una gira por Inglaterra ese mismo año.

Me preguntan, muy a menudo, el por qué de mi admiración a Dylan; es fácil entender que puede resultar monótono, cansado, nasal, ronco, estridente o, incluso, pesado, pero sus letras están por encima de las melodías o la composición musical (no siempre, claro), cuando las comprendes en esencia, estás perdido, caerás sin remedio en sus redes y no habrá vuelta atrás.

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El álbum se grabó en dos sesiones, en la primera, que duró dos días, grabaron una canción, la que abre el disco, la joya de la corona, producida por Tom Wilson, que había sido el artífice de llevar a Bob a la cumbre del folk-rock, fue él quien contrató para este disco a Bloomfield y Frank Owens a la guitarra, Griffin al piano, Bobby Gregg a la batería y Joe Macho al bajo, músicos que supieron adaptarse a la visión del autor y engrandecieron la obra de un modo colosal. Después, llegó el festival de Newport, y acto seguido volvieron al mítico Estudio A de Columbia Records para firmar el resto del disco junto a Bob Johnston a la producción, que no quiso cambiar la propuesta de staff de Wilson, a excepción de Harvey Brooks que sustituyó en el bajo a Macho y la incorporación de Al Kooper (órgano), Russ Savakus (bajo) y Charlie McCoy (guitarra), de quienes hablaremos más adelante.

El título necesitaba enmarcar la obra, en cierto modo, la autopista 61 fue la que vio nacer a Bob, al margen de todos los sucesos que allí acontecieron a lo largo de la historia, se ha constituido en un símbolo del country blues, y eso es lo que quería plasmar: toda una vida emparejada a un icono musical, el tránsito hacia el destino, el cambio y la oportunidad de avanzar.

Cuando un disco abre la puerta a una nueva dimensión, permitiendo que la música evolucionara de una manera sorprendente, merece ser puesto en lo más alto. El trabajo comienza con uno de los golpes de batería más emblemáticos de todos los tiempos. Vamos al lío.

EL DISCO

“Like a Rolling Stone”. Considerada por muchos la canción más grande de todos los tiempos, “Like a Rolling Stone” se ha convertido en un incontestable tema que roza la perfección tanto en la composición, como en la letra y los arreglos, que necesitaron horas y horas de grabación para llegar al resultado final. Precisamente, lo que le hace tener esa abrumadora personalidad es el teclado, que fue lo último que se integró gracias a un momento inspiradísimo de Al Kooper, que improvisó el riff sorprendiendo a todos los presentes, Kooper ni siquiera iba a tocar en el disco, pero se encontraba aquel día como invitado del productor. En la cultura folk el término Rolling Stone se ve como una persona sin rumbo y de dudosa lealtad, lo que en castellano podríamos denominar un bala perdida. Salió como single a regañadientes del sello, que no tenía claro que una canción de más de seis minutos tuviera repercusión ni cabida en las radios, sin embargo, se convirtió en el mayor éxito de su carrera, llegando al número 2 de las listas de EE.UU.; por desgracia para la canción, había por entonces un tema que no la dejó acceder al número uno, ni más ni menos que “Help!” de The Beatles. Lo de los 6 minutos fue de milagro, ya que el poema inicial contaba con más de 10 páginas, que se resumieron en esta maravilla. La letra, durísima, habla de una mujer que lo ha perdido todo y tiene que vivir en la calle después de una vida en la que se burlaba y menospreciaba a los vagabundos.

"How does it feel
To be on your own,
With no direction home
Like a complete unknown,
Like a rolling Stone?"

“Tombstone Blues”. Un tema de una temática muy compleja, ya que, aunque nació gracias a una conversación que escuchó Dylan entre unos policías en un café de Nueva York, cada estrofa tiene diferentes protagonistas, que van desde espías del ejército confederado a Sansón, Dalila o Juan Bautista, pasando por el director de westerns Cecil B. DeMille y la “madre del blues”, Ma’ Rainey, junto con alegorías a la guerra de Vietnam. Quizás exista una relación entre las historias referente al abuso de poder, pero el surrealismo que imperó en esta época dylaniana no nos deja muchos recursos a los que agarrarnos. Un folk rock en el que destaca el ritmo que marca la batería y los arreglos a la guitarra de Mike Bloomfield. Bob se muestra sólido en la melodía de voz.

"Now, the medicine man comes and he shuffles inside
He walks with a swagger and he says to the bride
'Stop all this weeping, swallow your pride
You will not die, it's not poison'"

“It Takes a Lot to Laugh, It Takes a Train to Cry”. Hermosísimo blues en el que Bob quiere rendir homenaje a sus bluesman favoritos recogiendo frases suyas y modificándolas en su propio poema. No faltan frases de Robert Johnson, Elmore Jones, Sleepy John Estes o Charley Patton. Fue en esta canción en la que el público que había ido a verlo al Festival de Folk de Newport, hizo a Dylan parar su concierto, justo en el momento en el que estaba presentando su set eléctrico, por lo que tuvo que volver a sus clásicos “Mr. Tambourine Man” o “It’s All Over Now, Baby Blue” para que no asaltaran el escenario. Enorme el piano de Griffin y el solo de armónica de Bob.

"Well, I want to be your lover, baby, I don't want to be your boss
Don't say I never warned you when your train gets lost"

“From a Buick 6”. Otro blues, con un ritmo superior, nos deja clara la gran influencia de este estilo para Bob. Es curiosa la atención que provoca el bajo de Russ Savakus por encima del resto de instrumentos, que pasan a un segundo plano. La letra vuelve a tener ese punto surrealista que nos lleva a una interpretación puramente personal, desde mi punto de vista habla de una mujer atípica que le cuida y le protege, y a la que admira por encima de sus extravagancias.

"Well, you know I need a steam shovel, mama, to keep away the dead
I need a dump truck, baby, to unload my head"

“Ballad of a Thin Man”. Una dura crítica a los hombres burgueses acomodados que, de repente, se topan con personajes circenses de los años 60’s: monstruos, leprosos, enanos; pero son ellos los que acaban mostrando al personaje de Mr. Jones fuera de lugar. Muchos estudiosos afirman que el señor Jones puede ser un periodista que incomodaba a Dylan y tergiversaba todo lo que decía, pero él nunca ha querido desvelar la identidad real del protagonista, salvo que lleva tirantes. Una brillante balada para escuchar en un día de niebla frente a la chimenea. El evocador piano de pared, interpretado por el propio Dylan se mezcla con el órgano de Al Kooper y la punzante guitarra de Bloomfield.

"But nobody has any respect, anyway they already expect you to all give a check
To tax-deductible charity organizations"

“Queen Jane Approximateliy”. A pesar de que las guitarras me parezcan desafinadas y me pongan un poco de los nervios, la cadencia de la canción me gusta (pocas cosas hay que no pueda perdonar a Dylan, lo siento). Nuevamente nos deja Bob con la duda de quién es el personaje principal, unos dicen que puede ser Joan Baez (la reina del folk por aquel entonces), otros que está basado en el personaje de Lady Jane Grey (reina de Inglaterra por tan solo 5 cinco días) y el propio Dylan, bromeando aseguró que se trataba de un hombre. El caso es que el personaje sufre las mismas características de “Like A Rolling Stone”, pero lo trata con un poco más de condescendencia.

"Now, when all of the flower ladies what back what they have lent you
And the smell of their roses does not remain
And all of your children start to resent you
Won't you come see me, Queen Jane"

“Highway 61 Revisited”. Una de las carreteras más importantes para los amantes del blues, allí donde Robert Johnson hizo su pacto con el diablo, es el lugar donde todo cabe, el espacio al que todos acuden y el núcleo principal de la canción, en la que todo tipo de delincuentes y personajes pintorescos necesitan descargar sus pesares. Sam Lay cometió el error -o el acierto para muchos- de llevar a las sesiones de grabación un silbato de sirena que utilizaba la policía y Dylan lo sustituyó por su armónica. No falta quien dice que fue Al Kooper quien lo llevaba para hacerlo sonar siempre que comenzaran a drogarse, pero mejor el suspense de no tenerlo claro. Estoy enamoradísimo del piano que se desliza del blues al jazz de un modo magistral.

"Now, the roving gambler he was very bored
Trying to create a next world war
He found a promoter who nearly fell off the floor
He said, 'I never engaged in this kind of thing before'"

“Just Like Tom Thumb’s Blues”. Qué final de disco se nos viene encima! Increíble canción (a pesar de alguna guitarra desafinada…) que nos lleva por los mundos de aquellos que se adentraron en la generación Beat. Perfecta la combinación de un teclado electromecánico y un piano al estilo Honky Tonk, mientras que la guitarra va llenando los huecos de un modo inmejorable. Posiblemente una de las mejores canciones de Dylan, al menos de esta época.

"Don't put on any airs when you're down on Rue Morgue Avenue
They got some hungry women there and they really make a mess outta you"

“Desolation Row”. Como ya le da igual todo, se convierte un trovador que quiere contar una historia de más de 11 minutos, con el que es uno de sus mejores poemas. La casualidad llevó a Charlie McCoy a grabar la guitarra que le da a la canción un toque entre lo medieval y el country más clásico. McCoy se encontraba por allí y el productor le invitó a pasarse por el estudio, ante lo que Bob no dudó en invitarle a improvisar con una guitarra extra. En algún concierto la canción ha llegado a tener una duración de 45 minutos, así es Bob.

"To her, death is quite romantic she wears an iron vest
Her profession's her religion, her sin is her lifelessness"

RockFM