Depeche Mode: no es solo electrónica

Depeche Mode logró con ‘Violator’ la confirmación de que los sintetizadores, combinados con talento, pueden llegar a todos los públicos

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Puedo asegurar que Depeche Mode es el único grupo de música electrónica que me gusta, el único que me ha logrado cautivar sin las guitarras a todo trapo o las acústicas folkies, esa banda que me ha llegado a transmitir grandes cosas con su música. Sé, por otra parte, que todo tiene un componente emocional. Desde que era un preadolescente, era el grupo favorito de uno de mis mejores amigos de la escuela, por lo que, a base de pasarme cintas y cintas de ellos, consiguió engancharme y convertirme en fan antes de que existiera ‘Violator’, especialmente, gracias a sus dos trabajos anteriores, ‘Music for the Masses’ y el enorme ‘101-Live’, uno de esos conciertos que no se me van de la cabeza.

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Por eso, cuando en marzo de 1990 vio la luz, la necesidad de adquirirlo era primitiva, un impulso atávico me llevó a la tienda en la que guardaban lo que sería, desde entonces, uno de mis discos de cabecera. Como muchos, soy de los que aguantaron hasta el ‘Exciter’ de 2001, que no había ya por dónde cogerlo, lo que no quita que haya ido a verlos en directo un par de veces más desde entonces; pero recuerdo mi primer concierto, en Las Ventas en el ’93, dentro del “Devotional Tour”, con 18 años recién cumplidos y la estupidez propia de la edad (por lo que estoy a punto de revelar, seguramente un poco más que estupidez… pero no hay que avergonzarse del pasado); mis amigos y yo habíamos quedado en casa de otra amiga y fan que vivía muy cerca de la plaza de toros, allí decidí que lo mejor era cardarme el pelo; sí amigos, lo hice, pero no solo eso: me pinté los labios de negro y me puse la raya en los ojos (con el calor que caía aquel verano, no vi apropiado maquillarme de blanco, aunque creo que fui el único que no cumplió con la estética mode radical aquella noche). Momento único en mi vida, eso sí, no desentonábamos, y todo por 3.200 pesetas.

Pero si nos remontamos a los inicios de la banda y me dejo de batallitas, veremos cómo se convirtieron en pioneros de un estilo que no se prodigaba, no hablo de los primeros discos, en los que su electrónica tenía tintes de otras bandas como OMD o Kraftwerk, pero poco a poco se desvincularon de ellas creando su propia marca, gracias a la aportación de Alan Wilder, que había entrado en Depeche Modo en sustitución de Vince Clarke (compositor de su primer trabajo, ‘Speak and Spell’, de 1981). Pero el liderazgo era bicéfalo: Dave Gahan, cantante, y Martin Gore, compositor prácticamente en solitario de todos los temas. Por otro lado transitaba Andrew Fletcher, que ha permanecido en la banda solo por su amistad con Martin, ya que nunca ha aportado demasiado al grupo y los trabajos que se le han encomendado siempre han sido las melodías más simples.

Hasta que llegó ‘Violator’ la banda fue escalando poco a poco, pero fue ‘Music for the Masses’ el disco que logró llegar a la audiencia de EE.UU. donde llenaron el Rose Bowl de Pasadena del que extrajeron su directo más espectacular ‘101 – Live’; en ese momento pensaban que habían llegado a la cumbre, pero lo dieron todo para que ese esfuerzo no se desvaneciera, por lo que reclutaron a Mark “Flood” Ellis para la producción, algo que se transformó en pieza clave, ya que transformó las sesiones de grabación en jams de improvisación, en las que cada miembro debía poner todo de su parte para conseguir canciones redondas sin dejar a un lado su estilo, y en las que la guitarra adquiría un protagonismo que nunca había tenido con Depeche Mode, incluso les hizo trabajar con batería acústica para asombro de todos.

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Así llegó, con un nombre oscuro y extravagante, a las tiendas de todo el mundo. Pero hay que resaltar, de toda esta amalgama de nombres una figura muy particular, Anton Corbijn, un fotógrafo que, hoy en día, es uno de los artistas más influyentes dentro de su arte, es raro que a su cámara se le haya escapado algún músico. Precisamente él, que llevaba ya unos años trabajando con la banda, se encargó del diseño del disco, esa rosa, que es ya un icono del arte musical, pero también fue él quien dirigió los videoclips, que se convirtieron en el canal de transmisión más importante de su música, por encima de las ondas de radio.

Después llegaron los problemas: la fama, el alcohol, la heroína, la espantada de Andrew Fletcher y Allan Wilder; la sobredosis de David Gahan, su intento de suicidio, su ataque al corazón o la superación de un cáncer. Todo lo han dejado atrás y seguirán dando guerra, no son lo que eran, pero algo queda, porque no estamos hablando de una música electrónica cualquiera, estamos hablando de un estilo que puede atraer a todo tipo de oyentes; muchos dirán que es electrónica-pop, otros que es electro-rock, otros que es mierda. Juzga tú mismo.

EL DISCO

“World In My Eyes”. Esta canción se convierte en el nexo de unión de su sonido anterior con el nuevo estilo de la banda. Aunque los sintetizadores dominan la escena, las armonías vocales hacen del tema algo sobresaliente, mezclando lo oscuro de las melodías instrumentales con la luz que le brinda la increíble voz de Dave, acompañada por todos los miembros de la banda. Así es como nos muestran su nuevo mundo, ellos también lo quieren ver a través de nuestros ojos.

I'll take you to the highest mountain
To the depths of the deepest sea
We won't need a map, believe me

“Sweetest Perfection”. Siguiendo la estela de sus discos anteriores, especialmente del “Black Celebration”, surge esta oscura trama electrónica a la que Gore añade algún acorde suelto de guitarra a lo largo de la canción. El inicio percusivo estará presente en toda la pista, que va creciendo hasta llegar a un final barroco lleno de efectos. Como es habitual en todos los trabajos de la banda Martin canta un par de temas, este es uno de ellos, aunque es Dave quien hace los coros más graves dando lugar a una armonía de lo más curiosa. Una letra surrealista que hace honor a la composición.

When I need a drug in me
And it brings out the thug in me
Feel something tugging me
Then I want the real thing not tokens

“Personal Jesus”. Seis meses antes de la publicación del disco, el sello decidió sacar este single como adelanto, lo que sirvió, no solo para que se convirtiera en el sencillo más vendido de la historia (hasta esa fecha) de Warner Bros., sino para una promoción del disco sin precedentes por varios motivos: primero, porque el sonido Depeche nunca había dependido de una guitarra como instrumento principal, y segundo, este espacio temporal ampliaba enormemente la expectativa del nuevo trabajo, que no decepcionó a nadie. La voz de David está trabajadísima y los efectos parecen lo más acertado, una de las pocas ocasiones en las que se puede escuchar una batería electrónica a cargo de Alan, algo que en los conciertos tomaría más protagonismo. La letra está basada en el libro ‘Elvis y yo’ de Priscilla Presley, al considerar a Elvis su Jesús particular, aquel al que ver como mentor y protector. Eso sí, en el vídeo de Anton Corbijn no esperes encontrar nada relacionado con la letra.

Lift up the receiver
I'll make you a believer

“Halo”. De lo más curioso, comienza bajo un influjo selvático que permanece hasta el final de la primera estrofa, donde entran todos al unísono para recrear una atmósfera bailona con melodías muy interesantes que hasta ese momento solo provenían de un sintetizador que ejercía las funciones de bajo; el estribillo es la cumbre del tema, bonitas armonías vocales que te atrapan con una fuerza extraña.

There's a pain
A famine in your heart
An aching to be free

“Waiting for the Night”. Uf, esto te lo pones en una nave espacial a un millón de kilómetros de distancia de la tierra y te motiva como ninguna otra canción. Un poema interpretado a dos voces, aunque domina la de David. Todo en ella es cautivador, desde los susurros, hasta los efectos que parecen provenir de voces extraterrestres. Todo generado muy al estilo dark wave. Un error de imprenta hizo que la canción se llamara así en lugar de como tenían previsto: “Waiting for the Night to Fall”, aunque en alguna ocasión Wilder lo ha negado.

There is a star in the sky
Guiding my way with its light
And in the glow of the moon
Know my deliverance will come soon

“Enjoy the Silence”. Lo que iba a ser una balada acústica cantada e interpretada por Gore se convirtió en uno de los grandes himnos de toda una generación. Alan Wilder vio que la canción tenía potencial y agregó una base rítmica ampliando también el tempo para que ganara fuerza. Gore declinó en favor del poderío vocal de Gahan y el tema destrozó récords. Curiosamente, la canción en sí dura solo cuatro minutos, sin embargo la pista se sostiene para concluir con un interludio extraño en el que la guitarra de Martin alcanza el culmen y se escucha la voz de Fletcher gritar “Crucified”. Cualquiera que haya estudiado música, le han dicho alguna vez, que el silencio es lo que hace que la música cobre sentido; en esto se basó Gore para escribir uno de los mayores éxitos de su carrera. El videoclip de Corbijn muestra a Gore como un rey en busca de un retiro donde predomine el silencio, fabuloso.

Words are very unnecessary
They can only do harm

“Policy of Truth”. Este canto desesperado contra la hipocresía fue otro de los temas principales del disco, con un estilo que puede recordar a Motown realizado en Synthpop oscuro, los sintetizadores se mezclan sin más instrumentos acústicos, ya que lo que parece ser una guitarra no es más que un sampler.

It's just time to pay the price
For not listening to advice
And deciding in your youth
On the policy of truth

“Blue Dress”. Como siempre, cuando Martin coge una balada la convierte en algo especial, es verdad que como frontman y como cantante puro de rock y pop Dave le da mil vueltas, pero si apelamos a la épica y a lo lírico, Gore tiene dotes extraordinarias; cuando interpretaba este tema en directo con su guitarra acústica, se caía el estadio. En la pista quieren incluir, igual que en “Enjoy the Silence”, un interludio casi de estilo gregoriano que no tiene nada que ver con el tema y que, para mí, sobra. La letra, eso sí, ni fu ni fa, y así lo demuestra también con sus palabras:

Something so simple
Something so trivial
Makes me a happy man
Can't you understand

“Clean”. Recogiendo las voces sacras comienza la última pista del disco que roza, nuevamente lo dramático y casi gótico, con sonidos predominantemente graves que nacen de un bajo que estará muy presente durante todo el tema, al que se van incorporando una gran cantidad de efectos y voces casi fantasmagóricas. La batería también es acústica, sin embargo, parece que todo es sintético en la mezcla. Aunque no se sacó como single, sí hicieron un vídeo promocional, tampoco muy elaborado, las cosas como son… Así concluye este trabajo, reconociendo en la letra que se ha quitado las cargas emocionales y que ahora está limpio (no hablaba de la droga y el alcohol, claro está).

I've broken my fall
Put an end to it all
I've changed my routine
Now I'm clean

RockFM