Jamiroquai: electricidad orgánica

La energía de su quinto trabajo, ‘A funk oddysey’, puso el combustible necesario para el despegue definitivo de Jamiroquai

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Recuerdo la llegada de Napster como la revolución para los amantes de la música que no teníamos un duro, suena de lo más viejuno, pero en 2001 el acceso a Internet no era tan común, siempre se había compartido música de la forma más tradicional: me dejas el disco, lo grabo y te lo devuelvo al día siguiente -la clara evidencia de que el pirateo no se ha inventado en este siglo-; sin embargo, esta plataforma abría el camino a explorar sin límites y así es como llegó Jamiroquai a mi vida.

El caso es que yo soy de los fetichistas y cuando algo me gusta lo quiero tener, por eso Napster o cualquier otra plataforma me sirven para hacer una criba de lo que realmente me compensa poseer de forma material y ‘A funk odyssey’ merecía la pena, y mucho. Dio más vueltas en mi reproductor que la mayoría de discos de aquel año y tuve la oportunidad de verlo en directo en 2002 en uno de los Festimad más descafeinados que se recuerda. No solo fue un placer gozar de su eléctrico directo, sino que tuve la fortuna de que Jay Kay se convirtiera en el único artista internacional que se ha enfadado conmigo, y eso lo llevo como una medalla al mérito.

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Parece que la prensa por aquel entonces no le trataba demasiado bien, sus actos públicos eran más bien polémicos y había tenido muchos altercados con unos cuantos fotógrafos, yo acudía a aquel festival como periodista y en la rueda de prensa le hice una pregunta, no recuerdo qué fue, ni si el traductor tergiversó mis palabras y le llegó un malentendido monumental, pero su reacción fue tan visceral como sus bailes y, en menos de un minuto, me puso a caer de un burro, lo que, ciertamente, me llenó de orgullo, sin saber muy bien por dónde me caían. Ojalá tuviera, de forma habitual, encontronazos con gente así, pero es la única muesca que tengo en ese revolver.

Para los que nunca hayáis visto a Jamiroquai en el escenario, os recomiendo su ‘Live in Verona’ (2001), entenderéis de qué hablo cuando afirmo que su directo es mágico, ver a todos aquellos humanos tocando una música que casi parece imposible con la perfección de su virtuosismo es enérgico, pero cuando Jay Kay canta y se mueve como un espíritu poseso por las tablas, conecta con lo más primigenio de ti, bailando sin coreografía, pero con pasos únicos en forma, que tienen mucho de su etapa como bailarín de break dance.

En lo musical, ‘A funk odyssey’ vertebra nuevos sonidos y ritmos; él siempre había experimentado, sus primeros trabajos se mueven en estilos tan diversos como smooth jazz, soul, R&B, reggae, e incluso algo de house, pero siempre con el acid jazz y el funk como punto de partida, y, aunque el anterior, ‘Synkronize’ (1999) ya tiene ese movimiento disco que te atrapa, aquí presenta también nuevos ritmos latinos y arreglos orquestales a toda esa amalgama de fusión de lenguaje musical universal.

Siempre se ha pensado que Jamiroquai es Jay Kay, pero va mucho más allá de su ego, los músicos tienen tanto que decir en composición y en arreglos, que no son fácilmente sustituibles y, desde Harris a la guitarra, McKenzie a la batería, Johnson al teclado o Fyffe al bajo, hasta la percusión de Akingbola son absolutamente imprescindibles para entender un trabajo de este calibre. Aunque el nombre, eso sí, es cosa suya, y se trata de una mezcla de jam (improvisaciones musicales) e Iroquois (confederación indígena de América del Norte muy conectados con las energías de la naturaleza, de ahí esos tocados que luce Kay en la cabeza).

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El momento que atravesaba Jay en 2001 tiene mucho que aportar al trabajo, su separación con Denise Van Outen es uno de los lait motiv que le impulsa a escribir, pero vuelve a exprimir temas que ya habían tenido cabida en sus anteriores trabajos: la naturaleza, las drogas o la ciencia ficción aparecen de forma explícita o camuflados en metáforas de gran repercusión. La colorida portada hace ver que la música disco va a ser la guía fundamental que define una nueva etapa, en la que desaparece, también de sus portadas, el archiconocido Buffalo Man, imagen de la banda desde el inicio.

EL DISCO

1. “Feel So Good”. Así suena el universo, este comienzo ambienta el disco y dispara directo a la cadera para comenzar con ese movimiento involuntario que nos arranca cada tema de Jamiroquai. El paseo galáctico puede llegar a sugerir un viaje de alguna droga, algo que Kay tenía bastante interiorizado (afortunadamente, dejó las drogas duras años después). Enorme el sonido del bajo y esa guitarra funky que se cuela por todos los poros de la piel.

Feels good, these extra-sensory sensations
Are causing me some complications
Electrostatic information

2. “Little L”. La primera de las tres canciones que Kay dedica a Denise Van Outen, que había sido su pareja hasta esa fecha, en ella se muestra una relación que ha bajado de intensidad, quizás ella no le ama demasiado y él corresponde con un “amor más pequeño” (Little L: Little Love). Es extraño como conjunta una letra dramática con un tema tan disco, en el que las guitarras adquieren una producción exquisita, pero todos los arreglos, desde los vientos hasta las palmas están elegidos al detalle. Para mí, una de las grandes sorpresas del disco después de los trabajos anteriores y que marca un punto de inflexión en su modo de redirigir su estilo.

You're playing so hard to get
You're making me sweat just to hold your attention
I can't give you nothing more
If you ain't giving nothing to me

3. “You Give Me Something”. Balada disco que vuelve a dedicar a su ex, aunque la letra no tenga demasiado de particular; guitarras con riffs punzantes y una melodía increíble dan forma a un gran tema.

Like the sunbeams from a perfect summer day
And heaven only seems a step away
When I'm with you, I just celebrate
I'm hoping my message gets through

4. “Corner of the Earth”. Para mí, la piedra angular de su música, aunque no sea la tónica a la que nos tiene acostumbrados, se olvida del dance y del jazz para abrazar un ritmo de bossa nova que se muestra muy acorde al sentido de la letra, en la que nos hace ver las miserias que sufre la tierra a causa del egoísmo humano y nos sugiere que nos paremos a analizar el desastre natural que se avecina si no paramos de dañar a nuestro planeta. El inicio orquestal majestuoso con toque arábigo, que también conquista al final, da paso a una guitarra española que se adueña del tema junto a la percusión. La voz más afilada y juguetona deja momentos estelares que aumentan gracias a los coros de Dee Lewis. Increíbles los arreglos de cuerdas durante todo el tema y el solo de trompeta.

Nature's got me high and it's beautiful
I'm with this deep eternal universe
From death until rebirth

5. “Love Foolosophy”. Regresa la guitarra Funky de Harrys con una de las canciones más locas de Jamiroquai en la que, además, participa la cantante de R&B Beverley Knight haciendo un trabajo brutal. El bajo de Fyffe te va moviendo a lo loco durante toda la pista, con arreglos muy de los 70’s. El título crea una nueva palabra que da en el clavo, ya que lucha por el amor de su amante, pero siente que aplica una filosofía tonta a la hora de obtenerlo.

She shimmers like a California sunset
Lady lady, glitters but there's no gold

6. “Stop Don’t Panic”. Distorsión desmesurada que desluce la gama de colores que podría tener. Quizás esa suciedad sónica tenga que ver con la oscuridad que muestra la letra, en la que el protagonista parece no tener muy claro por dónde tirar y piense en un trágico final, pero las voces interiores le gritan que no sea trágico y que siga con su vida. Interesante, pero no está a la altura de producción del resto del disco.

I'm like a tiger in a cage, so set me free
How do I stop this crazy rage, from eating me?

7. “Black Crow”. No es de las que atrapa del todo en la primera escucha, pero para mí, es una de las gratas sorpresas que nos deja el trabajo. El sinuoso riff que nos introduce la guitarra al inicio de la canción lo recupera el bajo a mitad de canción, cuando ha crecido tanto que empieza a poner los pelos de punta. Unos coros hermosos y unos arreglos de cuerda inmejorables, junto al teclado nos dejan momentos únicos, incluido el misterioso final que parece hacernos ver, por fin, lo que ve ese negro cuervo, que guarda los secretos de que más nos preocupan.

Black crow, tell me what you really know
Will we flourish in this hurricane, or will we fall and die?

8. “Main Vein”. Espectacular lección de cómo mezclar ritmos disco y funk con arreglos orquestales y percusiones tribales. Enormísimo el bajo y los coros en los que participa nuevamente Beverley Knight. La letra es un puñetazo en la mesa para que su amante deje de manipularle y se aleje de él lo más posible. En el vídeo en directo que enlazamos se puede ver la fuerza descomunal de toda la banda junta, pero para tener un buen sonido, mejor escucha la original, especialmente, el final del tema, que te va a romper los esquemas.

You wanna know about this and you wanna know things about me
What you're sayin' always has a vicious poison twist

9. “Twenty Zero One”. Curioso engranaje entre la electrónica y la música visceral que en aquella época tenía su cara más visible en The Prodigy y que, por primera vez, quiere introducir en su repertorio, algo que le servirá para abrir sus conciertos y caldear el ambiente. En la letra nos va dejando por el camino escenas de droga, sexo y futurismo.

Twenty zero one, I know what's goin' on
You wanna take my soul and change it for another one

10. “Picture of My Life”. Quiere Volver a la bossa con esta balada de melodías soul y jazz, construida sobre un duro mensaje autodestructivo en el que no logra entender qué es lo que ha ocurrido para que su relación se volviera tóxica, de hecho, parece que Jay lloró a mares durante el proceso de creación de las letras, algo que se refleja claramente en el resultado final. Los vientos, los coros y las cuerdas acompañan magistralmente al piano de Toby Smith que no puede ser más brutal y que, aunque su sonido no sea el que más me embelesa, tiene una presencia más que especial, y cada vez que aparece se me van los oídos.

See, I've become a man who
Holds nothing to do
Who will mind
If I just disappear?

11. “So Good to Feel Real”. Ahora, con esto de las plataformas, se ha perdido el dejar el disco hasta el final por si caía una canción oculta, es el caso de esta pista, que no aparece en créditos en las ediciones originales. Un funk sucio que no es que aporte demasiado al trabajo, pero es una buena forma de poner el punto y final, más si se trata de un mensaje de supervivencia y positividad.

I woke up today by the sound of singing birds
And my lips were glazed with these simple inspiration words
You know it feels so good to be real

RockFM