Pink Floyd: desde otro prisma

El octavo disco de Pink Floyd se convirtió en un éxito mundial sin precedentes, cambiando, para siempre, la forma de entender el rock

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Pink Floyd ha sido siempre una banda de conflictos y desavenencias, desde sus inicios, convirtiéndose en una de las mayores influencias de psicodelia de la escena de Londres, brillaban con una luz que no tenía pinta de apagarse, todo a pesar de que su líder, Syd Barrett se viera abocado a salir de la banda por problemas mentales y vicios desmesurados, hándicaps que le habían llevado a liarla en los conciertos, en los que acababa cantando una canción mientras la banda tocaba otra o experimentando con la guitarra más allá de la lógica; por este motivo el bajista Roger Waters, que se había convertido en cabecilla de la banda, decide contratar a David Gilmour, que tenía como misión apoyar a las voces de Syd y aportar a la banda un extra de técnica a la guitarra; para ese puesto habían pensado en Jeff Beck, pero les daba más vergüenza que les dejara en evidencia negándose a participar, que todo lo que podría ofrecer a la banda.

Aunque Barrett era un buen guitarrista, le faltaba técnica, lo que se vería subsanado con la llegada de David Gilmour, cuyo talento es sobrenatural; si un estudiante de guitarra busca un solo abrumador le aconsejo que beba de Hendrix, Page o Slash, pero si lo que quiere es algo potente, elegante y hermoso a la vez, hay muy pocos como Gilmour, con el permiso de Knopfler o Clapton.

Así, Gilmour se convierte en frontman inesperado. Richard Wright, imprescindible al teclado, no supo hacer valer su talento y Roger lo despedía por vago durante la grabación de ‘The Wall’, mientras que Nick Mason supo mantener siempre un perfil bajo pero sólido tras la batería. Ya en 1985 el propio Waters, que se creía el dueño y señor de Pink Floyd, decide poner fin a la banda. Como Gilmour y Mason no estaban dispuestos a renunciar a seguir en activo con el mismo nombre, llevan a cabo una jugada maestra, abren las puertas de nuevo a Wright con dos fines: que él no los demandara por apropiarse del nombre y recuperar el sonido de la banda, ya sin el bajista ya entre sus filas.

Mucho protestó Waters, pero las argucias legales permitieron a los de Gilmour seguir con el nombre; eso sí, Roger les dijo que había elementos que no podrían utilizar en sus shows, ya que estaban registrados a su nombre, como el caso del cerdo volador de ‘Animals’; pero, nuevamente, la astucia de David ganó la batalla legal al colocarle unos testículos enormes al animal, algo que volvió a irritar al ex bajista, que ni siquiera acudió a la ceremonia de entrada de la banda en el Rock And Roll Hall of Fame en 1995.

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Pero volvemos al pasado, momentos antes del estrellato mundial y a todos los pasos que dio Pink Floyd para llegar a ‘The Dark Side of the Moon’, cada uno de ellos fue crucial para construir un disco tan puro, la caótica forma de ver la música que tenía Syd Barrett había dado paso a una manera, más o menos, consensuada de arreglar todas las canciones que llevaba Waters al ensayo.

El estilo de Roger a la hora de enfocar la narrativa lírica había sido siempre muy oscura y demasiado abstracta, por lo que decidió ser más directo a la hora de escribir el nuevo disco, enfocando el trabajo como conceptual a partir de un tema que se convertiría en el planeta que hace que los demás graviten a su alrededor, esa pista sería “Money”, después darían forma al resto de temas para configurarlo todo en torno a la existencia humana, con todas sus locuras. Posiblemente, se trate de un disco tan grande porque rodó en directo antes de grabarse, lo que permitió que fueran alterando y modificando diariamente las partes que no les acababan de entusiasmar. La idea era hacer una presentación de lo que sería el futuro trabajo y mostrarlo en una gira por espacios de aforo reducido para después llevarlo al estudio y pulir las canciones hasta la perfección.

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El disco, por otra parte, guarda una de las historias más carambolescas de la cultura popular. De repente a un loco de mente maravillosa se le ocurrió reproducir el disco mientras veía la película ‘El Mago de Oz’, lo que ha llevado a los fans a descubrir la enorme cantidad de momentos en los que la sincronía es tal que se ha llegado a crear una teoría llamada “The Dark Side of the Rainbow” (El lado oscuro del arcoíris). El truco está en dar al play en el tercer rugido del león de la Metro, entonces comienzan las coincidencias, quizás una de las más llamativas es que justo cuando la película pasa del blanco y negro al color es donde empieza la cara B del disco con la canción “Money”. Para los que quieran conocer todas esas casualidades de sincronía pueden visitar esta página.

Lejos de esta loca teoría, el apartado musical roza la perfección, el rock progresivo y el rock en general se detuvo por un instante para poder asimilar todos los cambios que iba a sufrir desde este momento. Pero no solo ese estilo, todos los músicos acabarán bebiendo de esta fuente que abarca psicodelia, pop, funk… por no hablar del cambio de paradigma con respecto al uso de sintetizadores en el rock. Por todo, ‘The Dark of the Moon’ es uno de los discos más vendidos de la historia y es el único que ha permanecido en puestos de Billboard un total de 937 semanas, lo que viene siendo cerca de 19 años.

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El diseño corresponde a Hipgnosis, uno de los grupos de arte más importantes de la escena musical, Storm Thorgerson (amigo de la infancia de Gilmour y Waters) y su asociado George Hardi fueron los que propusieron el diseño entre otros seis proyectos, pero todos coincidieron en que el prisma daba en el clavo a la hora de definir al disco, una portada simple, pero con una carga simbólica muy potente.

EL DISCO

1. “Speak To Me”. Con un latido nos quieren demostrar lo lleno de vida que está este trabajo, aunque sea una pista más del álbum no se puede considerar como una canción en sí, sino como una obertura en la que quieren plasmar los diferentes aspectos que nos vamos a encontrar: maquinaria trabajando, el tick tack de un reloj, máquinas registradoras, voces hablando de la locura (clara referencia a Syd Barret), un helicóptero, risas demoníacas, un cuervo, todos los elementos vertebran de principio a fin este disco. Para mí, es como el “trailer” del disco.

I've always been mad, I know I've been mad,
Like the most of us, very hard to explain why you're mad,
Even if you're not mad

2. “Breathe (In The Air)”. Un acorde de piano reproducido al revés da el pistoletazo de salida de la canción, que no puede empezar mejor, sonidos dulces y armónicos de guitarras, piano y bajo. Fantástico manejo del pedal phaser y la Steel guitar por parte de Gilmour que hacen que la canción se mueva lentamente. Aunque en los créditos aparezcan Gilmour, Wrigth y Waters, la autoría parece ser solo de Roger junto a Ron Geesin, que la elaboraron, años antes, para el documental ‘The Body’; lo cierto es que he escuchado esa canción y no se parece en nada a la que tratamos aquí, pero... La letra habla de lo que significa tu vida en el presente, construida a base de experiencias y tropezones, pero eligiendo siempre tu propio camino.

For long you live and high you fly
And smiles you'll give and tears you'll cry
And all you touch and all you see
Is all your life will ever be

3. “On The Run”. Efectos, sintetizadores, guitarras reproducidas al revés… todo grabado y reproducido posteriormente, incluso el charles de batería que se escucha no es más que otro efecto creado por sintetizador, un poco locura psicodélica de esas que te meten en un mundo de ciencia ficción en el que te quedas atrapado, así los pasos corriendo con el tic tac del reloj muestran cierta desesperación. Voces que anuncian las próximas salidas de vuelos, algo a lo que tenía mucho miedo el propio Waters (no así Gilmour, un apasionado piloto con una gran colección de aviones clásicos), por lo que el tema, que originalmente se iba a titular “The Travel Sequence”, puede aludir al miedo a la muerte.

4. “Time”. Un despertador sonando a la vez en cientos de relojes nos anuncia que es tiempo de cambio, Alan Parsons, ingeniero de sonido del disco, fue el encargado de grabar estos sonidos en una tienda de antigüedades cerca de Abbey Road. Los latidos vuelven a escena, la intro, en la que domina la percusión, nos va llevando, lentamente al meollo y es tras el primer estribillo cuando llega uno de los momentos épicos del disco, un solo madrugador espectacular, digo madrugador porque no es habitual encontrar un solo de guitarra tan pronto dentro de una canción y es, posiblemente, uno de los mejores y más elegantes de Gilmour. Presentes durante la mayor parte del tema los coros femeninos, que dejan una sensación de sujetar la canción de una forma brillante. También enorme la letra que te sumerge en la línea temporal de la vida, la importancia de las decisiones y de perseguir nuestras pasiones, la vida pasa a una velocidad de vértigo. El final se bautizó como “Breath (Reprise)”, ya que vuelve sobre la melodía de “Breath” pero con diferente letra.

Every year is getting shorter, never seem to find the time
Plans that either come to naught or half a page of scribbled lines

5. “The Great Gig In The Sky”. La fascinante voz de Clare Torry es uno de los atractivos de esta pista que se construyó pensando en la muerte, sin embargo, aporta un color que la convierte en un tema de un buen rollo extremo. Clare, que había trabajado antes para Alan Parson, llegó a la sesión de grabación sin tener ni idea de lo que tenía que cantar, una vez allí, Gilmour le propuso que pensara en cosas horrorosas y ella solo necesitó tres tomas para demostrar su enorme talento. Gerry Driscoll, vigilante de Abbey Road y Myfawny Watts son quienes recitan las dos únicas frases de la canción. Aunque la canción estaba acreditada a Wright, en 2004 Clare Torry reclamó sus derechos como coautora, por lo que a partir de 2005 la incluyeron en créditos. Como nota curiosa, cuando llamaron a Torry para que grabara un viernes, ella dijo que o lo hacía el domingo o nada, que tenía entradas para ver ese día a Chuck Berry… con semejante argumento, ¿quién puede objetar nada?

I am not frightened of dying
Any time will do, I don't mind
Why should I be frightened of dying?
There's no reason for it, you've gotta go sometime

6. “Money”. La caja registradora más famosa de la historia del rock y uno de los riffs de más reconocibles por, entre otras cosas, lo inusual del tiempo que utilizaron en toda la canción, un 7/4, salvo en el solo de guitarra y en el final del tema que recurrieron al 12/4 por la complejidad de escribir el solo, un miramiento que no tuvieron con Dick Parry, que sí tuvo que grabar el solo de saxofón en el tempo original. El dinero como la raíz del mal. El final de la pista es una entrevista curiosa que Waters realizó a diversas personas que se encontraban en Abbey Road, con preguntas como ¿Tienes miedo a la muerte?, ¿Qué opinas del lado oscuro de la luna?, o ¿Cuándo fue la última vez que fuiste violento? Las respuestas se pueden escuchar en este fragmento, una pena que no pusieran lo que respondió McCartney a las mismas, ya que también fue interrogado, pero decidieron no darle voz porque se pasaba de gracioso.

Money, it's a gas
Grab that cash with both hands and make a stash
New car, caviar, four-star daydream
Think I'll buy me a football team

7. “Us And Them”. Precioso inicio de canción y enorme la entrada del saxo. Aunque las guitarras tienen un sonido increíble, la acción la domina Wright desde el piano con su progresión de acordes al más puro estilo jazz; fue él quien compuso la canción para la película ‘Zabriskie Point’, pero el director la rechazó por ser demasiado triste; algo que sirvió para que hoy tengamos esta maravilla formando parte de este disco. Las dos voces de Gilmour y Wright se vuelven a unir para formar este discurso antibélico, mientras que la voz que suena en el interludio es la de Roger “The Hat”, mánager de una banda amiga de Pink Floyd, que le cuenta a Waters como había golpeado a un conductor que le había llamado “imbécil de pelo largo”.

The general sat and the lines on the map
Moved from side to side

8. “Any Colour You Like”. Quienes pensaban que habían dejado de lado la psicodelia, con este tema instrumental se dan cuenta de que no, las guitarras y los sintetizadores son los que nos llevan a diferentes universos. La denominaron “Breathe (Second Reprise)” al tratarse de una secuencia de acordes similar a “Breathe”, de hecho, el bajo es una línea que Waters había hecho para esa canción, ya que cuando la grabaron se encontraba de vacaciones.

9. “Brain Damage”. Todos somos un poco lunáticos y nos veremos en el lado oscuro de la luna, parece que la canción tiene cierto recuerdo al que fuera el líder de la banda Syd Barret y sus problemas mentales. Waters es quien se encarga de cantar el tema que contiene uno de los coros más potentes del trabajo. Al final de la canción se puede escuchar a Pete y Patricia Watts contestando a la pregunta que hacía Waters sobre qué les parece el lado oscuro de la luna, la risa maníaca de Pete se utilizó en varios fragmentos de la obra.

You lock the door
And throw away the key
And there's someone in my head but it's not me

10. “Eclipse”. Continúa cantando Waters sobre ese muro de sonido que crean el Hammond, las guitarras y los coros. Los cinco sentidos se juntan con los extrasensoriales a medida que crece la intensidad emocional de la canción y todo deriva en que la luna eclipsa al sol, la oscuridad gana a la luz, no sabemos aprovechar lo que se nos ofrece, siempre hay algo que nos impide acercarnos a la luz. Quieren cerrar el ciclo del disco con los latidos iniciales y con una declaración del vigilante de Abbey Road afirmando que no existe lado oscuro en la luna, que todo en ella es oscuridad.

And all that's to come and everything under the sun is in tune
But the sun is eclipsed by the moon

RockFM