The Smiths: El sello británico

Con su tercer trabajo ‘The Queen Is Dead’, The Smiths lograron purificar un sonido que han perseguido siempre la mayoría de músicos británicos

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Cuando hablo de que el indie nació con The Smiths la gente se echa las manos a la cabeza, lo hacen porque también digo que es el pop más puro que existe, algo que puede contradecirse a otro pensamiento en el que afirmo que son, a su vez, grandes rockeros. Actitud rockera, sonido pop británico mezclado con baterías y guitarras indies. Esa es mi visión de la banda, precursores de un millón de matices en tan solo cinco años de carrera.

En 1982 Manchester era una ciudad empobrecida y caótica, de la que habían salido bandas como Joy Division o New Order; ellos sabían que la revolución tenía que partir de dentro, no de Londres, la capital, donde se encontraba lo más chic de Gran Bretaña, sino desde el epicentro del problema; quizás por eso también eligieron el nombre de uno de los apellidos más comunes de la clase media británica, porque querían que un Smith cualquiera pudiera llegar a todo el mundo y, desde ahí comenzar el levantamiento, con canciones que hablaran de la angustia vital adolescente, del desaliento de la clase obrera y del sentimiento de soledad. Y entre medias, claro, sexo, humor y vegetarianismo. 
Aunque Johny Marr y Morrissey se conocieran en 1978 en un concierto de Patti Smith (curiosa coincidencia), no fue hasta el 82 cuando el guitarrista se acercó a su casa atraído por los poemas que escribía el, entonces ya, polémico cantante. En su habitación, con mamá Morrissey viendo la tele en el salón de abajo (fantaseo con que veía el Show de Benny Hill, sí), descubrieron que la música también era un vínculo que los acercaba de forma casi magnética. 

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Así nace una de las bandas que más ha influido en todo el mundo. Cuando escuchas las guitarras de Marr entiendes lo cercan que están, musicalmente hablando, bandas como Radiohead, Oasis, Suede, Blur, o, en España, Héroes del Silencio. Como guitarrista, Johnny cambió el concepto de este instrumento; si antes todos querían ser como Clapton, en ese momento querían convertirse Marr. La importancia en el cambio de texturas, las afinaciones alternativas, los arpegios y esa forma de rellenar las canciones doblando sus propias guitarras, han hecho de él un auténtico guitar hero. Es difícil encontrar un guitarrista que prescinda de los solos y que trabaje solo para la canción.

Morrissey también ha canalizado su poder a través de las letras y de su manera de cantar tan “desganada”, como de perfil bajo. Todo lo contrario a su actitud arrogante y desafiante. Siempre con la lengua afilada como defensor de causas perdidas. Un ademán que le sirvió para que Marr se hartara de él y disolviera la banda sin despeinarse. Hoy en día siguen con sus tiras y aflojas, y ambos se cierran rotundamente a la posibilidad de volver (es más fácil que vuelvan Oasis a The Smiths). Solo hace falta leer la frase que soltó el bueno de Morrissey ante la petición de vuelta: “antes me comería mis testículos que resucitar a The Smiths. Y eso es decir mucho cuando se es vegetariano”. Otro de sus puntos débiles, el veganismo, en una ocasión abandonó un escenario cuando olió que se estaba haciendo una barbacoa: “espero que sea carne humana” dijo mientras salía dando arcadas. Tiene prohibido que se sirva carne en cualquiera de los conciertos en los que actúa.

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Me desvío de lo que me trae, ‘The Queen Is Dead’, un trabajo que tenían preparado en noviembre de 1985, pero como andaban con disputas legales con su sello Rough Trade, no se publicó hasta junio de 1986. Debía ser un pieza el dueño de la discográfica. Pero no fue lo único que ocurrió en esos meses. Marr, harto de esperar, hizo sus pinitos con otras bandas, Mike Joyce, el batería, se mantenía, como siempre, al margen de todo y Andy Rourke (bajista) dedicaba su descanso a la heroína; claro Morrissey pilló celos de Marr, pasó, como siempre, de Joyce y decidió que Rourke no formaba parte de la banda y se lo comunicó con su habitual delicadeza, con un papel en el limpiaparabrisas de su coche: “Andy, has dejado The Smiths. Adiós y buena suerte. Morrissey.” Así, sin paños calientes, algo que no hizo más que agravar sus problemas, ya que lo detuvieron por consumo de drogas; afortunadamente, no fue a más y, además, sirvió para que la banda se compadeciera de él y lo readmitiera dos semanas después. Lo único positivo fue que Craig Gannon, que había entrado a sustituirlo, se quedó para hacer de segundo guitarra en los conciertos de la gira.

En cuanto a la portada, no deja de ser curioso que bajo un título como ‘The Queen Is Dead’ aparezca Alain Delon en un fotograma de la película ‘L’Insoumis’, en la que interpreta a un desertor de la legión francesa. Pero siempre le había gustado a Morrissey el cine de los 60 y los iconos pop. Algo que se muestra en todas las portadas de sus discos y singles. 

EL DISCO

1. “The Queen Is Dead”. Comienza el disco con un guiño a la película británica ‘The L-Shaped Room’ (‘El Cuarto Indiscreto’) de 1962. En el fragmento, Cicely Courtneidge canta un trocito del music hall “Take me back to dear old Blighty”. Así se da paso a ese brillante groove de batería que será el que de forma a la canción. Johnny Marr aseguró que estuvo haciendo pruebas durante 13 minutos con su nuevo pedal wah wah y recogieron los mejores momentos para el tema, que cuenta con una enorme línea de bajo punk para hacer justicia a la letra, en la que Morrissey se ensaña con la corona británica.

"And so, I checked all the registered historical facts
And I was shocked into shame to discover
How I'm the eighteenth pale descendant
Of some old queen or other"

2. “Frankly, Mr. Shanckly”. The Smiths llevaban tres años en el sello Rough Trade, su jefe Geooff Travis, había escrito un poema para Morrissey (que no apreció demasiado y sirvió de detonante), era persona non grata para la banda, por lo que decidieron dedicarle este simpático tema, en el que le dicen 1) que no quieren seguir con él, 2) que les pague lo que les debe. Un bombo a negras pone la base a unas guitarras a la contra, casi reagges, un bajo juguetón y una letra punzante e hiriente.

"Frankly, Mr. Shankly, since you ask
You are a flatulent pain in the ass
I do not mean to be so rude
Still, I must speak frankly, Mr. Shankly
Oh, give us your money"

3. “I Know It’s Over”. Cuidado. Esta canción ha sido considerada en muchas de las miles de votaciones inútiles que se hacen en el entorno del rock, como una de las más deprimentes de todos los tiempos. Lo cierto es que, sin ser The Smiths un grupo de canciones tristes, cuando se ponen… A lo largo de estos seis minutos acabas con una sensación entre la pena y la rabia, no es casual: todo comienza con la tristeza que marca el bajo y la interpretación vocal; mientras, la guitarra escoge delicadamente dónde intervenir y la batería espera prudentemente. Pero es cuando entran los arreglos de cuerda cuando se vuelve desesperada (It takes strength to be gentle and kind – Es duro ser delicado y amable). Brillante, la aceptación de un final solitario.

"Oh Mother, I can feel the soil falling over my head
See, the sea wants to take me
The knife wants to slit me
Do you think you can help me?"

4. “Never had no one ever”. Como si fuera una precuela de la anterior, Morrissey camina por las calles de Manchester, una ciudad que parece no sentir del todo como suya. El efecto especial del bajo y los sonidos guturales que no acaban de ser frases bien vocalizadas, son unas de las muchas cosas que no te dejan aislarte de su musicalidad en medio tiempo. Risas, lamentos y llantos al final de canción acompañando a un riff mortuorio de teclado.

"I had a really bad dream
It lasted twenty years, seven months, and twenty seven days"

5. “Cementry Gates”. Una de esas canciones que estuvo a punto de ser descartada, pero que después de revisarla bien decidieron que no podía quedarse fuera. Afortunadamente para mí, pues es una de las que más disfruto. Humor negro made in Morrissey. Citando a Oscar Wilde, John Keats y William Butler Yeats, que también hablaron de la muerte en sus poemas y cuentos, uno de los temas que más obsesionaba al líder de The Smiths. Una guitarra acústica soberbia con un acompañamiento majestuoso.

"A dreaded sunny day
So let's go where we're wanted
And I meet you at the cemetry gates
Keats and Yeats are on your side
But you lose
'Cause weird lover Wilde is on mine"

6. “Bigmouth Strikes Again”. Harto de las críticas recibidas por sus letras y declaraciones, Morrissey decide ponerse en la piel de una mártir como Juana de Arco, quemada viva por delito de travestismo. Un riff nervioso como la propia canción, en la que no hay respiro que valga. Y aunque en créditos aparece Ann Coates como voz de coros, es el propio Morrissey quien los realiza, eso sí, con un horrible efecto que le hace parecer un pitufo (Ann Coates es un pseudónimo que hace referencia a Ancoats, un barrio de Manchester). Fue el primer single del disco, pero no pasó del puesto 26 en las listas británicas.

"Now I know how Joan of Arc felt
As the flames rose to her Roman nose
And her Walkman started to melt"

7. “The Boy with the Thorn in His Side”. Lo que parece una simple canción pop se convierte en toda una locura cuando prestas atención a todos sus arreglos. Rompedora y electrizante. La letra apela a todos aquellos que nunca dieron crédito a lo que hacía Morrissey y que, por aquel entonces, seguían sin creer en él. Fue el primer single de la banda con videoclip de por medio. Entraron en razón, pero solo a medias, como veréis en la calidad del mismo, en el que dijeron que, o lo hacían en una toma y sin moverse más de un metro, o que no había trato…

"The boy with the thorn in his side
Behind the hatred there lies
A murderous desire for love"

8. “Vicar in a Tutu”. Puro rocabilly, con una guitarra que calma los ánimos a base de incluir una melodía que define a la perfección el estilo que nos dejó Marr. No hay nada más completo en la imaginación de un artista que imaginarse a un vicario en tutú y, aunque Morrissey es católico, no pierde la oportunidad de decir lo que no ve bien de la religión, en este caso va contra los valores de una mente cerrada. 

"It was worthwhile living a laughable life
To set my eyes on the blistering sight
Of a Vicar in a tutu"

9. “There Is a Light That Never Goes Out”. La obra culmen del pop británico. Los arreglos de cuerda se los atribuyen a The Hated Salford Ensemble, pero en realidad, debido al escaso presupuesto, los tuvieron que hacer con sintetizadores, muy logrados, eso sí. La flauta sí es real, y aunque en principio estaba pensada como arreglo de guitarra, Marr se atrevió a usar la flauta en el disco. Es curioso que no fuera single hasta que sacaron un disco recopilatorio en 1992, pero la banda ha creído siempre en el potencial de la canción. Precisamente ese año Mikel Erentxun se le ocurrió la idea de cambiar la letra entera de la canción… la letra, vamos, como si tradujéramos un poema de Shakespeare como nos saliera de los huevos. Con lo maravillosa que es. La palabra romántica se queda corta:

"And if a double-decker bus
Crashes into us
To die by your side
Is such a heavenly way to die"
https://www.youtube.com/watch?v=PG60r1Gugic 

10. “Some Girls Are Bigger Than Others”. De una manera única comienza el tema, haciendo que todo se desvanezca y vuelva a aparecer hasta llegar a ese genial riff de guitarra. La letra: un absurdo. Pero nada como desdramatizar para concluir un disco digno de estar en un altar.

"As Anthony said to Cleopatra
As he opened a crate of ale:
Oh, I say :
Some girls are bigger than others"

RockFM