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El Francotirarock y las clases de gimnasia de la EGB

El otro día nuestro ilustre monologuista estaba en el parque junto a un grupo de padres y madres de su misma añada. De repente vino uno de los hijos de esos amigos y decía que venía de clase de gimnasia pero no estaba sudado ni con la cara roja. Entonces el tema de conversación fue que las clases de gimnasia ya no son lo que eran en la época de la EGB. “Entre subir la cuerda, la cuerda con nudos, la barra, las escaleras de cuerda… ¡Si a eso le sumabas los chándals que llevábamos parecía que nos había llamado a filas Vlodomir Zelenski!”, recuerda el Francotirarock. Una opinión unánime de ese grupo de padres es que antes eran más divertidas porque no había que estudiar con libros sino que se ponía en práctica todo. La contra es que eran tan duras que hubo gente que gracias a gimnasia empezó a leer.

Antes había todo tipo de aparatos que muchos recordamos por los traumas que nos dejaron.Saltábamos el potro, el plinton, el caballo… El potro, El Plinton y el Caballo…¡Que parecen tres colegas de Vallecas que tuvieron problemas con las drogas!¡Ahora que nos dábamos unos zambombazos con estos aparatos que había yonkis con más dientes que nosotros!”, compara Clavero. El plinton sin duda era la cosa que más odiaban los alumnos. Había que dar una voltereta encima de unos cajones de madera a una altura considerable en la que uno temía por su vida. De hecho, ni el profesor saltaba porque te explicaba cómo se hacía pero ahí se quedaba. Lo único que hacía era formar una fila y alentar a las masas a que probaran sus dotes de elasticidad. “Cuanto más rápido vayas más fácil será el salto… Pues ahí salía el primero, el piña… Había que mandar un profesional… Como un rayo… Botaba en el muelle ese… Y a tomar por culo… Por eso se llama así, ¡Porque el niño caía entre Plinto y Valdemoro!”, concluye el humorista vallisoletano.


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